HOY: Los teléfonos celulares

(INTERIOR, NUEVE Y MEDIA DE LA NOCHE, ATESTADO TEÓRICO DE SEMIÓTICA II)

TITULAR DE CÁTEDRA: -(Se dirige con auténtica pedagogía a su amplio auditorio silencioso e hiperconcentrado; algunas testas destilan humo) Y entonces, para William James, el signo peptomiza la realidad, implica distorsión. En cambio, en el esquema pragmatista peirciano hay distinción entre percepción y comprensión, recordemos que Sanders Peirce conviene en que la realidad preexiste a la semiosis y que por lo tanto no
BOLSO DE ALUMNA: -(In crescendo) ¡MMMM! ¡SACRILEGIOOOSOOO! ¡Mmm! ¡rosquiiiillas! ¡Mmm! ¡Cerveeeeza! ¡MMMM! ¡Sacrilegi (Carcajada general)


Creo que si mi celular tuviera un ringtone tan customizado como el de esa compañera, debería cuidar de ponerlo en modo “Discreto” al entrar a clase, pero no la culpo. Es que era uno de los caros, ese que vibra, centellea, titila, destella, ilumina, brilla, rutila, relampaguea y cintila, entre otras acciones aplicables a estrellas. Por las dudas, cada vez que suenan, yo pido un deseo.
De todas formas no soy una adicta a la tecnología, de hecho ni siquiera llego a ser codependiente, de hecho me importan un comino los celulares, mp3, ipods y demás primos de tamagotchi. Así que no voy a hablar de ellos; voy a hacer de mi título un pito, y aprovechar la coincidencia para hablar de los hombres de nuevo. Es un tópico que nunca termino de agotar, por más que ellos a mí, sí.
Visto y considerando que mi perspectiva siempre tiene cierto sabor amargo, como de solterona de tango o madama deportada, voy a trazar una visión optimista del género masculino. Las relaciones gratas y válidas a mantener con él, son, a saber: (Como este cuatrimestre vimos mucho a Peirce, toda categoría se divide en tres hasta el infinito)
a) La amistad
b) La paternidad
c) El amorío inconsecuente

AMISTAD:
a) El amigo gay: Es amigo y es hombre pero le podés contar cosas que estropearían las cosas con tus otros amigos hombres.
b) El amigo heterosexual comprometido: Está tan contento con su novia que ni se le ocurre complicarte la vida. Brindo por ellos. Creo que existen uno o dos, tal vez tres...
c) El heterosexual soltero liberal: Se acuesta con tantas, que tener a una sólo para hablar le resulta estimulante. Creo que existe uno…o ninguno.

PATERNIDAD:
a) El padre en sí mismo
b) El padre relativo
c) El profesor

a-El Padre En Sí Mismo
a) El padre que da consejos
b) El padre que levanta la autoestima
c) El padre que pone límites
Todos son muy necesarios, ¿no? De hecho las mujeres malcriadas pueden catalogarse según cuál de ellos les faltó.

b-El Padre Relativo
a) El padrastro o tutor: Lo que hay de odio, es odio. Lo que hay de amor, es de verdad y no se le achaca a los genes.
b) El tío, abuelo, primo, padrino, hermano: Te llevan a la cancha, te llevaban a los cumpleaños de quince, te llevan a pescar, te llevan al TC, te llevan a ver las bandas donde hay pogos peligrosos. Y a veces hasta te cuidan y todo.
c) El novio de mamá: Si no está queriéndose congraciar con vos, igual es un aliado para cuando te pelees con ella.

c-El Profesor
a) El profesor propiamente dicho: Miguel Santagada, Comunicación I, Cátedra Entel, claro. Los que no lo conocen no saben el caballero que se han perdido.
b) El psicólogo: Parece escucharte, parece entenderte, no te cambia por fútbol, lo ves una hora por semana, ¿qué más se le puede pedir a un hombre?
c) El técnico: Es práctico, soluciona problemas, compone las cosas; y siempre tendrás la seguridad de que todo lo hace por dinero.

AMORÍO INCONSECUENTE:
a) El extranjero: Esta noche te paga la cena. Mañana no necesitás hacerle el desayuno porque está en Sydney.
b) El chongo: Va a los bifes y no sale de ellos. Es la mayor comodidad inventada después del lavarropas, el mensaje de texto y el delivery.
c) El romance ideológico-platónico: Cómo me gusta Marechal…qué pintón que era Bourdieu… qué grande el guionista de las telenovelas brasileras…cuántas mujeres están enamoradas de Liniers… qué bigotes los de Caparrós…cuán buenos son los teóricos de Miguel Santagada…etcétera.


Cabe decir que todo esto es una aproximación analítica a la cuestión, un amigo puede operar en la dimensión de lo técnico si te engancha del cable a cambio de unos vinos. Un chongo puede hacer de psicólogo y también llevarte a la cancha, y ya que está te compra un chori y entonces te paga la cena, un padre que pone límites es tu profesor en la vida, y puedo enumerar muchas otras combinaciones insulsas así por el estilo, pero no se preocupen porque no lo haré.*



(*) Hoy no hay asteriscos, ¡meta quebrantar estructuras, yo! Se ve que soy una rebelde.

HOY: El epílogo de una crónica anunciada

(INTERIOR, ÚLTIMA NOCHE DEL VIAJE, CABAÑA)

ARTEZÁNGANO CUASICUARENTÓN, BRONCEADO, RUBIO Y PELILARGO: -(Con sombrero de ala ancha y pantalón ajustado, en cueros de la cintura para arriba. Lleva chaleco de piel y collar con restos óseos símil plástico.) Hola, ¿está Violeta*?
YO: -(Lo mira fijo. Muerde una naranja con cara de pocos amigos.) Perá que la llamo.
Y.: -(Voltea al interior de la vivienda) ¡Viole! ¿Salís a jugar? Te busca Cocodrilo-Dundee.


Haber postergado tanto este post me sugirió que debería retomar mi escrito sobre las postergaciones, pero lo dejo para más adelante. En realidad debo reconocer que dudé mucho en poner como cabecera el diálogo con Cocodrilo. Hay uno mejor, que se dio durante el trayecto de diez kilómetros post-plantón en la ruta.
Como el tanque de gasoil no chupaba gas o algo así, se decidió que lo mejor era levantarlo. Así que lo sacaron de su cómodo lugar diseñado por ingenieros y lo subieron hasta donde va el pasaje. Lo ataron con alambre al perfil que separaba dos ventanas, y ¡voilá! Chupó gas nomás. El problema es que alguien debía sostenerlo desde adentro, porque sino se nos caía en pleno viaje. De más está decir que a esa altura, los muchachos del fernet, habiendo probado gasoil de una manguera, estaban desinhibidos y nada los incomodaba. De esa estirpe de ilustres hombres salió un voluntario para llevar tan preciosa carga.

(INTERIOR DEL COLECTIVO EN MOVIMIENTO, ANOCHECER, TERCERA FILA)

MARÍA NATALIA*: Pili…
YO: (Echada en un asiento color ratón con estampado ochentoso) ¿Sí?
M.N.: (Dubitativa, achicando los ojos y mirando atrás apoyada en el respaldo) El tipo que lleva el tanque con el gasoil a upa…
Y.: (Se lima las uñas con una piedra) Ajá…
M.N.: ¿¡ESTÁ FUMANDO?!
Y.: (Se incorpora electrizada y gesticula como taxista bocineado desde el carril izquierdo) EHHEEE, ¡¡FLACO!! ¡EL PUCHO, EL TANQUE!

Sí. En situaciones tensas abandono toda sintaxis y hago economía verbal limitándome a sustantivos comunes.



Y el flaco que llevaba el combustible se asustó y tiró el pucho por la ventanita más cercana. El viento y las leyes de la aerodinámica se encargaron de que la colilla volara para atrás…rebotando sobre el tanque de gasoil que en verdad era kerosene. Por más que mi papá me haya dicho que no es tan inflamable, yo me pregunto…cuando las madres en los noticieros hablan de los riesgos que corre la juventud y nombran a los cibers, ¿sabrán que existe algo llamado Gallardo Viajes Co.?
De todas formas no pudimos asustarnos mucho porque un ruido seco y notorio nos distrajo e interrumpió la ya accidentada marcha: se nos voló la puerta levadiza del portaequipajes. La misma estaba levada en vez de cerrada, porque sino se estrangulaba la manguerita amarilla por la que al motor le llegaba el kerosene aguado cual suero vital. Hubo que parar y buscarla, y también llevarla con los pasajeros, claro. Yo no sé cómo a Gallardo no se le ocurrió subir las cubiertas también, y agujerear el fondo de la unidad, y que corramos a lo Picapiedra. Por lo pronto hubiéramos tardado menos en llegar.
La conversación de Violeta* y Cocodrilo Dundee junto a una cuneta con la grata compañía de una botella de vodka permanece en secreto. No sabemos qué se dijeron, sólo los perdimos de vista. Un artezángano apodado “el Mago” no fue tan sagaz, y permitió que todos escucháramos lo que tenía para mentir. Lo de su casamiento en Chile, su hijo, su divorcio y su detección de un cáncer ya eran sucesos que daban letra para más o menos tres cuartas partes de una vida normal, si a eso le sumamos su viaje para encontrar el más allá, y que sólo tenía 22 años…había algo con los tiempos que no nos cerraba, pero a Lulú* igual le gustó. Y se fueron a pasear por los cerros. Horas más tarde volvió Violeta de las cercanías del río, pisando pies e hígados en bolsacama. Alguien se despertó y le preguntó por qué estaba empapada, a lo que ella respondió que “acá a tres cuadras, llovió”. ¿Comentarios? Al margen.



(*) Violeta es el nombre falso de la chica que volvió escandalizada el día que un artezángano parecido al líder del grupo Sombras la invitó formalmente a pasar la noche. ¿Con Cocodrilo habrá tenido los mismos reparos? Y eso que no era de los románticos que te hacían un garabato en alambre y te recomendaban “regar esta flor de alpaca todos los días con una sonrisa”
(*) María Natalia es el nombre falso de mi amiga que siempre está percibiendo desgracias en su presente inmediato o en un futuro cercano; a su paso estallan taxis, se caen puertas y mueren gentes. Es como una Casandra del siglo XXI.
(*) Lulú es el nombre falso de la menor que salió con el Mago divorciado; tiempo después se cansaron de que les cantaran “La marca de la gorra” siempre que los veían juntos.

HOY: La crónica anunciada. Parte II

(INTERIOR, MEDIANOCHE SIN LUNA, CABAÑA SIN LUZ)

LARA*: -(Emocionada) ¡Nomelopuécreeeer! ¡Qué grandes los vagos!
YO: -(Tantea cual Mr. Magoo) ¿QUÉ? ¿DÓNDE?
L: -(Desde el baño) Digo que ¡son unos genios los home-less!
Y: -(Tropieza con la Helatodo) ¿Pero por qué?
L: -(Sale con una vela en una mano y algo blanco en la otra) ¡¡Porque nos dejaron TODO su jabón en polvo!!


Todavía resuena en mí la vibrante alegría de mi compañera ante el descubrimiento de ese frasco chico de Nescafé mal tapado con una bolsa, conteniendo un puñado de polvo apelmazado. Saltar de felicidad por el hecho de heredar a un vagabundo anónimo nunca había estado en nuestros planes de clase media, pero ya se ve cuántas vueltas tiene la vida en los viajes de egresados.
Detergente también había, y, cosa extraña, ¡de primera marca! Yo lo empecé a usar, hasta que alguien me dijo que no era nuestro sino de los pibes que le daban fernet al chofer. Una conciencia muy limpia decidió que si lo habíamos tomado por error debíamos devolverlo. Me negué con los brazos en jarra y propuse que si era tan de ellos, que lo fueran a buscar, que ahí los esperaba si se aguantaban a lo guapo. Creo que ya por aquel entonces manifestaba yo una celosa ferocidad en lo que a elementos de limpieza se refiere. De todas formas, me obligaron a ir y dárselo a sus legítimos dueños. Era un Ala de 900 cm3, con colágeno, color rosa. (Lo echa de menos y snifea.) Ese duro golpe tuvo como consecuencia que no lavara ni un plato más en todo el viaje.
Y hablando de no hacer nada, ya es inútil retardar la entrada en escena de los personajes más funambulescos del Valle: los artesanos. Dichos individuos florecían a puñados en las cálidas y pedregosas banquinas de la zona, se apareaban por la noche en la orilla del río y bebían vino en caja cuales faunos de los bosques. Nunca sorteamos a ninguno de ellos sin que nos interceptara con un “Jí-hí, vó, ¿no tenís un pucho?” Rara vez caminaban, se movían o manifestaban algún tipo de actividad que pudiera clasificarse como “tarea”. Resultado de un extenso trabajo de campo grupal que los observó concienzudamente durante cinco días, fueron definidos como artezánganos. Y si bien han pasado los años, en nuestra comunidad se les siguió llamando por este apelativo común; jamás un artesano volvió a hacer artesanías, de allí en adelante fue siempre un artezángano que hacía artegansadas.


Para no parecer una holgazana zángana, y como ya no lavaba platos, dediquéme durante la estadía a las más diversas tareas. Me tocó lavar el buzo de Lulú*, que prácticamente sangraba salsa de una manga, y también curarle el dedo a Carola*, que se había cortado con un vidrio y se manchó la remera (en esa ocasión la herencia del jabón fue, sencillamente, una sucursal de la Gloria.) Como no teníamos curitas y Carola se desmaya si ve sangre, le eché azúcar en la herida y de paso bromeé con que hacíamos mermelada para Drácula. Años más tarde Rolando Graña explicó en la tele que así se curan los presos en las cárceles. Ignoro por qué, pero a mí me lo había enseñado mi mamá. Se ve que ya empezaba a sospechar que mi futuro no sería tan brillante.
Otra de mis ocupaciones era la de enfriar el jugo. Transcurridos ya dos días y sin presupuesto alguno para comprar Rolito, preparábamos el Tang a temperatura natural en una botella y luego lo metíamos en la acequia que bajaba con agua de deshielo. Y había que estar un rato. Pero no lo podías dejar e irte, como hice yo, porque en montañas a 1500 mts/snm. la corriente viene bravita y cuando te querés acordar, el jugo se fue valle abajo y lo tenés que correr por la orilla hasta atajarlo y lograr su rescate, extrayéndolo embarrado entre las algas. Poner eso en la mesa me valió algunas críticas. De más está decir que sólo fortalecieron mi autoestima y tozudez, como las de cuando se me cayeron TODAS las zapatillas y TODAS las medias de TODOS en el río, y de nuevo la correntada hizo de las suyas.
El destino me castigó por aquel descuido y me quedé sin calzado seco precisamente en el día de la Caminata hacia la Nada. Tres horas vadeando cursos de agua, espantando cabras, preguntándonos adónde íbamos, de dónde veníamos, si estábamos o no lanzadas al vacío, y trepando un cerro. Todos y cada uno de esos once kilómetros de aventura los recorrí en pantuflas. De raso. Estampadas a puro floripondio. Y con sendos moñitos color crema, tonalidad que jamás volvió a ser la misma, claro está. Vimos hermosos paisajes y varios cactus hachados por artezánganos con el cruel objeto de hacer pedro, el cóctel alucinógeno del lugar. Se decía por ahí que un compañero que lo probó estuvo toda la noche acariciando una piedra creyendo que era un gatito.
Al pegar la vuelta, el sol ya estaba cayendo. La linterna era un artilugio ajeno a nuestro equipaje, cosa complicada si estás deambulando por un páramo al que sólo se accede a pie o mula. Cuando ya calculábamos estar en problemas, preguntándonos eso de ahora quién podrá salvarnos, zás, apareció una F100 de la policía caminera, cual si fuera el Chapulín Engorrado. Nos cargó en la caja y pasamos el río todas las veces necesarias sin mojarnos. Ignoro cuáles eran las expectativas de María Natalia* respecto a la meta del camino; me consta que regresó con altos niveles de ofuscación en sangre y un emperre mayúsculo. Creo que la Nada la defraudó.

TO BE CONTINUED…


(*) Lara es el nombre falso de la que compañera que comió con gusto mi arroz hervido con ron y pez enlatado cuando se lo presenté con el nombre de “Suave guarnición blanca estilo pirata”. Después tomó y mezcló tanta sangría con vodka que terminó vomitándolo.
(*) Lulú es el falso apodo de una mujer realmente muy dulce, que sin embargo les revoleó una botella de Dr. Lemon a unos hijos del poder de paseo por el Valle, que nos miraron desde su vehículo importado creyendo causar impresión y nos dirigieron una grosería de la que no me percaté, para variar. Sí me di cuenta de la violencia del botellazo y atiné a agarrar a Lulú y guarecerla contra su voluntad en la cabaña. El hombre del grupo, mientras tanto, meta reírse sin soltar la jarra de vino con mandarina.
(*) Carola no se llama así de veras, pero de verdad sí que se desmaya si ve sangre.
(*) María Natalia es un alias de la que comentó con otro alias en otro post recordándome del agua “potable” de la cabaña, que “cada vez que abrías la canilla te salía el Amazonas entero con Tarzán incluido” de tanta alga que había.