YO: -Gonzalito, ¿no te vas a bañar hoy tampoco?
PRIMO GONZALITO*: -No, Pili. Yo duro limpio varios días.
Este escrito sobre las postergaciones fue tan postergado que motivó chanzas. De hecho, la idea de realizarlo surgió durante el invierno, con la cancelación de uso del inodoro en casa. Terrible es vivir donde hacer pipí queda pospuesto indefinidamente hasta que el plomero diga. Esta situación crítica para la vejiga me hizo acordar al cartel de un tren del ramal San Martín -delataré mi edad- allá por cuando había ferrocarril de larga distancia. El mismo rezaba: “Sr. Usuario, sírvase usar el sanitario con la unidad en movimiento”. Un pasajero avispado contestó con lápiz: “Sr. Ferroviario, el tujes no tiene horario.”
La postergación es un síndrome que suele contagiarse a través del contacto con pintores de obra, plomeros, mecánicos, carpinteros y deliverys de pizzería; en la sintomatología clásica el infectado presenta rasgos clave de insistencia retórica tales como: “Mañana mismo se lo tengo listo”; “Su pedido salió hace veinte minutos”; “Es que no consigo el repuesto porque es importado de afuera (sic) y ya no lo traen”; “A las nueve estoy en su casa, doña”. En los últimos meses he debido tomar contacto con este amplio grupo de riesgo; comprobé que con la postergación no se ha inventado nada efectivo en cuanto a profilaxis.
Lo malo de andar postergando es que ya estamos en diciembre, pero estos escritos se fueron posponiendo tanto que no voy a estar en fecha para hablar de la Navidad, y la Navidad es terriblemente efímera. ¿Hay algo más deprimente que los almacenes con guirnaldas verdirrojas y campanitas llenas de tierra en pleno marzo? ¿No les dan desconfianza esas remiseras con adornitos dorados de “Feliz 2006”, donde se nota que debajo del 6 antes había un 5? Bueno, parece que de seguir así, la gente va a desconfiar de mi blog y algunos se deprimirán con él. Espero postergar semejante crisis. Tengo esperanzas porque mirando a EE.UU. -para variar- veo que pudo, salió de la depresión económica y generó confianza en los mercados (…) Ah, ¿no? ¿son mentiras de los medios? Rayos, ahora el blog ya está creando desconfianza.
La postergación es un síndrome que suele contagiarse a través del contacto con pintores de obra, plomeros, mecánicos, carpinteros y deliverys de pizzería; en la sintomatología clásica el infectado presenta rasgos clave de insistencia retórica tales como: “Mañana mismo se lo tengo listo”; “Su pedido salió hace veinte minutos”; “Es que no consigo el repuesto porque es importado de afuera (sic) y ya no lo traen”; “A las nueve estoy en su casa, doña”. En los últimos meses he debido tomar contacto con este amplio grupo de riesgo; comprobé que con la postergación no se ha inventado nada efectivo en cuanto a profilaxis.
Lo malo de andar postergando es que ya estamos en diciembre, pero estos escritos se fueron posponiendo tanto que no voy a estar en fecha para hablar de la Navidad, y la Navidad es terriblemente efímera. ¿Hay algo más deprimente que los almacenes con guirnaldas verdirrojas y campanitas llenas de tierra en pleno marzo? ¿No les dan desconfianza esas remiseras con adornitos dorados de “Feliz 2006”, donde se nota que debajo del 6 antes había un 5? Bueno, parece que de seguir así, la gente va a desconfiar de mi blog y algunos se deprimirán con él. Espero postergar semejante crisis. Tengo esperanzas porque mirando a EE.UU. -para variar- veo que pudo, salió de la depresión económica y generó confianza en los mercados (…) Ah, ¿no? ¿son mentiras de los medios? Rayos, ahora el blog ya está creando desconfianza.
(*) Gonzalito no es Gonzalito, y además nos une otro tipo de parentesco porque yo no tengo ningún primo, ni tío, ni tías, ni perro que me ladre.
4 comentarios:
Oh..ÓHOHO.. Pareciera ser que también se han pospuesto los comentarios, aún los insultantes, OH, oHoHO-ó. (...)
Gimotea "Qué sola estoy", como Amanda en Los Exitosos Pells; el dorso de la mano sobre la coronilla, parte raudamente arrastrando los cinco metros de la cola de su vestido, confeccionada íntegramente en melodrama satinado.
Hola, soy el enano, ahora no se si estoy logueado como yo, con el blos de mi hermana o el de mi madre. Me gustó lo escrito, yo he trabajado en el taller de autos de mi padre, y la excusita del repuesto, y que en warnes no lo tienen más y que viene del exteriorr, hizo las delicias de grandes y niños, y uno podía trabajar menos.
Además, siempre me pareció mágico el mundo de la plomería, el plomero no debe ser un lumpen cualuqiera, debe tener ciertos códigos secretos/mazónicos, es una tradición casi medieval y ocultista.
Yo también veo esa serie de Pells, pero tengo un problema, no puedo reconocer que me gusta lo popular. Ahora que sé que a vos te gusta te odio un poco.
Pd: considero tus escritos de gran categoría, tendrías que participar también en el concurso de escritos.
oh q bueno puedo comentar como anonimo...me olvido las contraseañs yse me terminsa las casillas de mails para seguir haciendo usuarios....un bajon....
bueno pase a saludar...
beso
ce
* * *
¡Ceci! Digo, ¡ANDREA! ¡Has vuelto! ¡A mis brazos, amiga! No te preocupes porque nunca serás del todo anónima en este blog; ilustrás demasiadas anécdotas.
Enano, no tengo problemas en que me odie, pero ¿para qué darnos cornadas si entre bueyes no debiera haberlas?
Le paso un dato: siempre que le agrade un producto de la industria cultural (Ej.: la novela)y no quiera perder su jerarquía intelectual cuando lo pillen viéndolo, califique al mismo de "popular" y, astutamente, distíngalo de lo "masivo".
En "lo masivo" podrá englobar usted a todo aquello que no le gusta, aunque en esencia sea parecido a lo que le encanta.
Ejemplo de la vida real:
-¿Cómo, te ves los Pells?
-Sí, es popular, shhh.
-¿No me ponés el "Bailando" un poquito?
-¡No! Eso es masivo, guácala.
PD:¿Así que tenías un taller de autos? Qué lindo. ¿Habrá alguna otra historia para compartir de aquellas épocas?
Publicar un comentario