HOY: Los escapismos

(INTERIOR, MEDIANOCHE, CIBER)

MARÍA NATALIA*: -¿Cómo, vos sos de Racing? Tantos años de conocerte y no sabía.
YO: - Es que uno sale con bonetes y cornetas de su equipo más bien cuando gana.



Antes que nada quiero aclarar que Sava no me cae tan bien, pero es el que hace los goles y eso en Racing se respeta. Ya estar hablando de esto es un escapismo, qué bien porque así entramos en tema rapidito.
Como un proverbio chino dice que toda crisis es una gran oportunidad, decidí que esta crisis que atravieso va a ser mi oportunidad de adquirir nuevos escapismos. Hasta ahora van dos:


a) Los arreglos eléctricos.

b) El torneo Clausura.


Gracias al primero se le pasaron todas las pataletas a la lámpara del comedor, que tenía un coso que no prendía, otro que quemaba todas las lamparitas y otro que te daba la corriente.
La verdad, es un artefacto versátil para la pataleta. Es muy linda y creo que la sacaron de una demolición, tiene en relieve unos leones y unos elefantes que bien podrían ser jabalíes gordos o jabalisas preñadas o dragones trompudos. No entiendo qué hice para arreglarla, estuve un rato con el destornillador chapuceando en la parte problemática y se solucionó. Es como esas tartas que hacés con sobras y cuando alguien te pide la receta estás tentada de decirle “Azúcar, flores…y muchos colores”. En fin, pobre araña, estaría ojeada.
La cigüeña luminosa de mi cuarto -en casa hay una sobreabundancia faunística en la decoración, esta particularidad será tema próximamente- también anda lo más bien desde que tiene una moderna ficha con dos patas espigadas; la anterior estaba renga desde 1967.
Cuando llueve, ya no cae agua por los cables de las lámparas y cuando hay humedad y se corta la luz el armarito metálico donde van los tapones ya no te patea porque ya no hay tapones, hay llave térmica. Creo que “llave térmica” es un sinónimo de “panacea”, pero no sé. De todas formas y en contra de varias normas, sigo juzgando el cable a tierra como una total frivolidad, así que de eso no hay nada.
En cuanto al fútbol, sus logros y virtudes escapistas siguen en veremos. Lo malo de tener la esperanza y el coco formateados por Fútbol de Primera es que no podés pasar más de cinco minutos sin un tiro libre, penal, gol de palomita, pelea o excusa a cámara de jugador transpirado. Es un fiasco, pero la realidad es que en los partidos vivos puede haber toda una media hora SIN QUE PASE NADA. Pero NADA, así, NADA DE NADA. Después no entienden por qué la gente se pone violenta. ¡Si es como ir a ver a Metallica y que canten a capella! Así cualquiera. El fútbol sin resumir es un fraude total. ¿Cómo caí en su trampa? Bien: este año no hay telenovelas interesantes -excepto “La Lola”, “La tormenta”, “La ex”, “El Color del Pecado”, “Páginas de la Vida”, “La Traición” y “Cobras y Lagartos, el Perfume del Amor” - y encima a veces amenazan con estar de paro, así que en momentos de crisis existe en mi vida un déficit semanal de escapismo. Y cae en domingo.

(*) María Natalia es la de siempre, aunque no lo parece porque en cada ocasión tiene el pelo de un color distinto.

HOY: El cabarulo barrial

(EXTERIOR, MEDIODÍA, AVENIDA SAN MARTÍN)
YO: (Oye una bocina calibrada con la melodía de “El Padrino”)
Y.: (La oye de nuevo)
SEÑOR DE UN CAMIÓN QUE JUSTO PASABA POR ALLÍ: -¡Maaaaaami! ¡A cuánto el kilito é pechuga!




Es una esquina y se llama L´Prive.
El patovica en la vereda, esquivo. La iluminación, noctámbula. El ingreso de proveedores, una mugre. El neón, fucsia. La puerta de atrás, subrepticia. El ambiente: dudoso.
Desde las diez, en la entrada siempre está el veinteañero teñido de rubio que parece ser el dueño –o quizás un habitué asiduo de demasías- conversando con el patovica modosito, casi siempre de motores y de autos. Al menos hasta que ve una mujer, como se verá más adelante.
Paso una noche y escucho una barbaridad, bueno, no pasa nada, sigo. Pero después, cuando te ven que caminás por ahí en ojotas dos, tres veces por semana, con las llaves en la mano y un cuaderno, vestida con lo más rotoso que tenés, el pelo a la miseria y la pompa escondida, suponés que van a pensar “Ah, es del barrio esta chica, nos conoce, ya.” y que te van a mascullar un enasnochesssh o que te van a picardear con el término “vecina” y nada más, pero no. Pasé un lunes nocturnamente caluroso, había tres, estaba el patovica, el “dueño” y un sujeto de pantalón chupín y celular de los que intuyo carísimos. Cuál no sería mi sorpresa al oír “Está buena”- “Está buena” -“Está buena” al ritmo sincronizado de una fuga que el mismo Bach envidiaría. Qué descaro.
Y eso no es todo. Paso de nuevo un jueves a las once; me miran, se miran y oigo “SEIS GAMBAS”. Así, contundente y clarito. Todavía no sé si el comentario del tasador me subió la autoestima o me la bajó de un hondazo.
Cuando se lo conté a mi amigo Nico* se rió y me dijo “por las dudas no te andés tocando porque te vas a endeudar”. Mi amigo Nico* es un maleducado sinvergüenza incapaz de verle el costado serio a las cosas.

(*) Nico no es ese Nico que estás pensando. Ese otro tampoco, ¡fallaste!
(*) Nico pareciera ser yo diciendo cosas que por varios motivos no podría decir por mí misma, pero no.

HOY: Las fiestas “under”

(INTERIOR, NOCHE, BALCÓN DE PRISCILA*)

PRISCILA: -¿Viste que hay un lugar que desde afuera es un locutorio, en el fondo hay una cortina y atrás es una feria americana, y al último es un bar que pasan películas de terror clase B de los años veinte sin sonido y toca un DJ que sincroniza la peli con música rara? Pero no sé dónde queda. Y me dijeron de otro que está por el microcentro, tiene reservados que parecen duchas. Y otro que no sé, tiene túneles de…bueno, no sé, de placer o algo así.
NACHO*: -¿Un subte de placer? ¿Está buena la música? Yo no conozco mucho. (Toma Tang Pomelo) Una vez fuimos a bailar a “África”* y es un reviente total; durante una semana pensé que había perdido el documento de tanta mano que me metieron. Estaba con Lorena* y le tocaron hasta el alma. No te puedo explicar lo que era ese túnel.
P.: -¿Cómo un túnel? ¿África no era un boliche?
N.: -Sí, pero tiene una parte como un túnel que no se ve nada y está oscuro y te tocan, a una chica que iba con minifalda le sacaron los calzones rompiéndole una tirita de acá, no sé, no da.
P.: (Pensativa, reflexiva, observa el firmamento rosicler) –Pero pará…en ese túnel (Medita lo que va a decir) ¿En ese túnel sólo hay manos?


Las fiestas under se parecen a las citas a ciegas: no sabés bien a quién vas a ver, no sabés bien por qué vas, no sabés bien cuánto te va a costar, no sabés bien si confesar o no que fuiste, no sabés bien qué vas a buscar, no sabés bien cómo ir ni cómo vas a volver y el resultado puede ser épicamente bello o un desastre rotundo. Sin términos medios ni escala de grises, lo under puede estar buenísimo o malísimo; más o menos, no.
María Natalia* -mi amiga artista plástica- dice que cuando las cosas son más o menos es porque los responsables están quedando bien con Dios, el Diablo y el gerente del Purgatorio, y por lo tanto le masomenosgustan a muchos, y todo lo que masomenosgusta a muchos se dice que es “masivo”, y lo masivo parece que viene a ser el enemigo de lo under, sobre todo si el coso masivo fue under en un principio. María Natalia explica todo de manera muy complicada. Así son los artistas. Respecto a estas fiestas dice que o te hacés habitué o no volvés nunca jamás. Este maniqueísmo pareciera estar en la esencia misma de lo under. (Conste que yo lo escribo como “únder” y no “ándr”).
Hablando del tema, recuerdo una que se hacía en el tercer piso de una fábrica abandonada de Almagro; no sé si el carácter de la experiencia que tuve se debió a que no había salidas exceptuando la entrada (hasta el primer piso una escalera de 0.75 mt empinada sin baranda sembrada de personas con su conciencia alterada, luego montacargas de jaula sin techo hasta el tercero, ya que el segundo tramo de la escalera permanecía ocupado por una...“performance”, si es que así se escribe y si así puede considerarse a dos individuos envueltos en sábanas blancas emitiendo suaves aullidos mientras suben y bajan) o a que me parecieron agresivas las cuatro mujeres que bailaban trance-jungle desnudas de la cintura para arriba arrastrando con cadenas un bloque de hielo macizo cuya forma era en sumo curiosa. En fin, la realidad tiene su límite; regalaban pochoclo pero la lata de cerveza estaba a 6$. Tal vez tuvieron éxito en Amsterdam, Ibiza o algún otro lugar así, conceptual. Yo no lo sé porque huí.

Una a la que siempre quise volver fue la Fiesta Bubamara, con música de The No-Smoking Orchestra. ¡Qué fiestas! Se hacía trencito, remixaban tarantelas y tocaban bandas que incluían trompetas y violines. Además repartían gratis gelavodka violeta. En número estimado había una docena de jovenzuelos por cada mujer, y bastante variados: con rastas, sin, alternativos, alternativos de ojos pintados, darkies con piercings, rapados, rapados de barba, rubios, rubios rapados, hippies, rolingas, chetos sin remera o con remeras “locas”; no se las sacaban para que las vieras, yo supongo que pretendían causar impresión. El lugar era un club social libanés de la calle Armenia -creo- y la arquitectura, digamos, tenía no sé qué de arquitectónica. Estaba para ir.

Un invierno de clima cálido nos invitaron a la “Fiesta del peruano loco y sus amigas”. No me acuerdo bien cuál fue la razón, pero fui, y esta vez acompañada, con lo cual cargaba sobre mis hombros la responsabilidad de que hubiera valido la pena ir. No le deseo a nadie semejante presión. Hay que salir solo. La música -electrónica- no estaba tan peor pero tampoco estaba bien, había aproximadamente tres seres humanos y un DJ por cada metro cuadrado, algunos transpiraban, otros tomaban agua mineral y ya. Recibí quejas tanto de eso como del baño, al que se me prohibió acudir, ya que uno de los chicos que fue a hacer aguas dijo que el recinto era “alternativo” y no dio explicaciones. Averiguando por mi cuenta me enteré que era una habitación de 1x1 sin luz, con una vela -apagada- en el piso, un bidón semivacío, una rejilla y una manguera. Lo que se dice un baño “loco”, como el carácter de la fiesta, ¿no? Las tres de la mañana nos sorprendieron en una reconfortante estación de servicio tomando cafecitos.

(*) Priscila es producto de mi imaginación.
(*) Nacho es producto de mi imaginación, como todo.
(*) Lorena es producto de mi imaginación, como todos mis amigos. Yo soy una persona muy sola.
(*) María Natalia es producto de mi imaginación pero todo lo que ella dice, no; lo dijo mi amiga artista plástica, que en realidad no es ella.
(*) “África” es el boliche que tiene nombre de continente, el cual no es “África”.

HOY: Las facilidades de las rubias

(INTERIOR, NOCHE ETERNA, CIBER DE NICO*)

NICO: -¿Cómo? ¡¿Vas a poner esa foto?!
YO: -Y sí, porque voy a hablar de ella.
N: -No, no, no y no. Después andás teniendo problemas. Poné una foto de Soledad Fandiño, que se le parece bastante y listo, así no la quemás, pobre Belén…

(Y eso que una vez leyendo titulares del Barcelona Nico dijo que “Si existe una ola de putez, Belén es surfista”)


Belén* -mi amiga gato- va de tacos hasta a la cancha de Vélez, carga más rimmel que góndola de free-shop, es rubia platinada y se plancha el pelo a diario, por poco no lo almidona. (Qué antigüedad, ¿quién almidona hoy en día? Yo me lo pregunto porque los chinos siempre tienen a vender frasquitos de Colman. Pero SIEMPRE, eh. Pueden no tener fiambre, ni pan, ni soda, ni cambio de 5$, pero Almidón Colman tienen siempre.)
En fin, Belén –que no almidona ni plancha ni lava ni cocina ni cose– tiene mucha suerte. No sólo por el hecho de que no almidona ni plancha ni lava ni cocina ni cose, sino porque es de esas mujeres que consiguen todo lo que quieren, y lo consiguen de un hombre. (O varios) Hablando de eso, Belén es femeninamente poderosa. No sólo logra que la llamen, la pasen a buscar, le paguen las cervezas, la inviten a cenar, a bailar, a fiestas VIP, le hagan conocer famosos; también incluso que la QUIERAN, se ENAMOREN, se la presenten a los PADRES. A veces, también a las madres. Es que es así, los hombres son raros.


La primera vez que fuimos a un boliche juntas se suponía que nos llevaban unos amigos de ella: Juanma, Diego y Roberto. Debido a algunos comentarios homofóbicos de su parte, y a cierta propensión a considerar a las mujeres como un accesorio caro que casa bien con BMW importados, a mí Roberto no me gustaba, Juanma tampoco y Diego menos. Cuando muy cautamente se lo dije a Belén, me aseguró que no importaba, porque la cuestión era que nos llevaran en auto, que después ya nos íbamos a arreglar. “¿Pero no vamos CON ellos?” “Sí, Pili, pero qué naba que sos, no ves que son hombres, los perdemos de vista por la calle y listo, más fácil que perro suelto en avenida” Yo expresé mis dudas, pero así fue.
Llegamos, Roberto abre la portezuela gentilmente, puerta de boliche, vereda concurrida, Belén escurridiza aún con stilettos y minifalda, entrada gratis para las damas, y zácate, ya estábamos adentro y de Juanma, Diego y Roberto, ni noticias. Una vez allí el desenvolvimiento de Belén fue magistral y consistió en aplicar ciertas tácticas para obtener diversos réditos. Paso a detallar:


Caso 1: Belén se acerca a un tal Fede, le da un beso, le apoya el abundante escote en los pectorales, le saca los lentes oscuros y se los prueba. Se ríe, el Fede ése la mira embobado y le asegura que le quedan bárbaro, Belén nos presenta, Fede me saluda pero yo no soy rubia, así que la sigue mirando a ella, Belén le grita que está buscando a Romi, que si la vio por ahí. Fede le grita que la busque, porque él no la vio. Mal podría haberla visto porque me entero de que esa Romi se fue a pasar el finde a Mar del Plata con un chongo y sólo se lo dijo a Belén. Con la excusa de ir a buscarla, nos vamos con los lentes. Fede nunca más los verá y mi amiga amplió su colección de accesorios de una manera práctica, económica y rápida. ¡Es tan fácil ser rubia!

Caso 2: Minutos más tarde Belén se acerca a otro de sus amigos, -estamos manejando un concepto de amistad extraño para algunos, pero no importa- digámosle “Leandro”. Y chilla cual grajo: “Leaan leaaan, corazón, cómo estás, me tenés abandonada” El tal Lean está con la novia, o al menos parece serlo esa chica furibunda que no nos saluda. Lean muy amablemente le da diez pesos a Belén y le sugiere que vaya a la barra a pedir una Quilmes de litro, “así charlamos todos”. Bingo. Obviamente que aceptamos el soborno y lo convertimos en líquido de inmediato; si de buena fe quería compartir una cerveza con nosotras y la novia –yo siempre me creo todo lo que me dicen-, todavía la debe estar esperando.
Belén, dos; hombres, cero.

Caso 3: He aquí un momento álgido: luego de una hora cuarenta y cinco aparecen Juanma, Diego y Roberto, relegados a su suerte (y a la cola de la entrada) mientras buscaban lugar para estacionar. No me imagino cuán efusiva deberá ser esta vez mi admirable Belén para lograr que estos tipos no nos puteen. Pero en fin, está visto que mi amiga es un portuario container de sorpresas. Lo primero que hace es darme la botella a mí para que no le pidan, y acercarse a ellos con el gesto más agrio que le permite su gloss labial rosa bebé. Ni bien pueden oírla a través del reggaeton les grita que son unos pelotudos y que nos matamos buscándolos por todo el boliche, que dónde estaban, que a quién se fueron a ver, que no da, porque “encima que la traigo a Pili que es una divina nos dejan solas, son unos colgados, váyanse a la mierda o a hacer buena letra para que los perdonemos…” -aquí pucherito de Belén, que se puso los lentes de vincha y está hecha una diosa- “tráiganse unos margaritas bien fríos, pero de la barra del primer piso porque acá en ésta ya no hay tequila” Sonríe y listo; yo no lo podía creer. Belén es una iluminada. ¡Cuánto dominio de la situación! ¡Qué seguridad en sí misma! ¡Qué manejo de los argumentos! ¡Debería estudiar abogacía en Harvard! No, momento… eso es de una película.

Caso 4: Veo que un tipo semiabrazado a la barra lleva -escondida bajo la chomba blanca- la camiseta de Racing, pienso que está loco porque no es prudente ir a bailar con la camiseta de ningún equipo, hasta la de la selección de Camerún te puede traer problemas. Pero bueno, ya que está ahí y Belén se está chamuyando al barman, le pregunto cómo salió el partido. Para no variar, habíamos perdido. Tomaba para olvidar; siendo hincha de Racing uno bebe bastante seguido con objetivos amnésicos. Belén se percata, logra que nos invite un destornillador y le sonsaca un cigarrillo. Con algunas variantes repetimos lo que habíamos hecho en el caso 2 y nos escabullimos al primer piso. El cándido trío de Juanma, Diego y Roberto nos viene con margaritas, el vaso escarchado ¡y azúcar en el borde!; a mí ya me daba cosa seguir timándolos… pero bueno, el ser humano se acostumbra a todo. A fin de cuentas después volvimos a perderlos y nunca más los vi.

En la salida Belén logró compartir remisse con un chico muy amable -y ebrio- que no quiso aceptar nuestros 7,50$ correspondientes al pago parcial del viaje cuando nos dejó en mi casa. Como a ella le tengo mucho afecto, le hice el café de verdad que le hago a las amistades y nos pusimos a charlar.
Le pregunté a mi amiga si siempre que salía hacía todo así sin gastar nada y me dijo que sí, que “todos los viernes y sábados lo hago con un montón de hombres”. Le advertí que esa frase fuera de contexto se prestaba a la broma, pero se rió y no le importó; a Belén nunca le importa mucho nada. Debe ser por eso que todos la quieren tanto. Es tan descomplicada…y ¡tan rubia!

(*) Nico es mi amigo dueño del ciber, no pongo su nombre porque sino todos le garronean horas gratis de counter strike yendo de mi parte. Ser popular es así de difícil.
(*) Belén es muy atractiva aunque no se llame así, pero no te la puedo presentar porque se daría cuenta de que la estoy tratando de gato.