HOY: La solución de los asuntos

(INTERIOR, CENA FAMILIAR HABLANDO SOBRE LAS NUEVAS NORMAS DE SEGURIDAD EN AEROPUERTOS, COCINA)

YO: -(Juega con un corcho) Abuelo, vos cuando viajabas siempre traías cosas de España, chorizos caseros, plantas, cigarrillos, Chivas Regal, flores, ¿cómo hacías? Porque nunca te dijeron nada.
MAMÁ: -(Sirve lemon pie) Es que también traía cien pesitos para el de la aduana, hija.


Mi abuelo tiene una manera muy particular de resolver las cosas. Para él, todo problema es soluble con:
a) Coimas
b) Kerosén
Hace un tiempo le pregunté cómo prender el fuego para el asado y lo que me dio fue un bidón de kerosén. Hace unos meses se tapó la cloaca y como la tapa estaba pegada me sugirió ponerle “un poquito de kerosén, en el borde…” Hace unas horas le pedí prestada una lima para madera, la fue a buscar, la vio sucia de aserrín y la limpió…con kerosén.
Hace años que tengo mosquitos en casa, sé que de preguntarle a mi abuelo cómo deshacerme de ellos obtendré la receta de una molotov. Es que haber estado cinco años bajo bandera en la segunda guerra mundial le permitió obtener una visión muy pragmática del mundo. Y haber cumplido las bodas de oro con él, contagió a mi abuela de ese pragmatismo. Por eso, como le costaba planchar las camisas de manga larga, se las cortó. Mi abuelo puso el grito en el cielo y de más está decir que tuvimos que poner bajo llave el kerosén.
Ha de ser la nuestra una familia con genes muy permeables a la herencia porque en su cumpleaños número ocho, mi madre se volcó cocoa en el borde del vestido y decidió que la tijera era el mejor de los quitamanchas. Yo también mantengo esa pasión por lo pragmático, sólo que en vez del kerosén y las coimas, lo mío es el WD-40 y la cinta de papel*, ya les contaré.


(*) La imagen y el asterisco de este post corresponden a Stiko-Pel, galardonada -por su empeño en mantener baja adherencia y su hercúlea voluntad para romperse- como La Peor Cinta de la Historia 2009.

HOY: Las cosas odiosas de la vida – Parte III

(INTERIOR, DÍA DE LIMPIEZA, LIVING)

YO: -(Mira al techo) Uh, ¡cuánta telaraña! Estos bichos…(Asesina, se arma con un plumero)
LUCAS*: -(Intercediendo cual Gandhi) ¡Nooo, no las mates! Cuidalas, se comen a los mosquitos.


Hoy echaremos nuevos ítems a las fauces de nuestra ya larga lista. Estos son: los portasahumerios con duendes libidinosos en masilla Epoxi, los anillos que usa González Oro y los mosquitos de patas a rayas. Añadiremos las canciones de Luis Miguel, los hombres que usan portafajo sin ser comerciantes, la existencia de Lucho Avilés y las suegras.
A Luismi lo dejo a un lado, sus fanáticas golpean. A Lucho, la Historia lo juzgará. A los del portafajo: ¿qué te hacés el pistola fanfarroneando plata, gil?
Hablaremos entonces de los únicos capaces de convertir al más común de los paraísos en el peor de los infiernos: los mosquitos. El Aedes Aegypti es verdaderamente el quinto jinete del Apocalipsis. Este castigo divino tiene de pavoroso hasta el nombre. Y el prontuario: se dice que ingresó al país anidado en maderas africanas, importadas con la vorágine de librecomercio en los infames ’90. Maldito seas mil veces, Darth Vader de jardines. Que tus hembras desoven infértiles hasta extinguir tu raza, ¡que un sucedáneo de Chernobyl te extirpe el aguijón y su uranio te castre por los siglos de los siglos!
Visto que el hombre no resolvió aún el problema mosqueril, nos cabe abrigar la esperanza de una embajada extraterrestre que en su variado equipaje cargue con el antídoto. Como según Nostradamus no van a venir hasta el 2012, también se pueden revisar los archivos de laboratorios rusos. Las republiquetas raras de la ex URSS ocultan mucho más de lo que esconden. Sin embargo, la opción económica y natural es también la más simple: ármese un ejército de sapos, cultívense veintiocho millones y pico de los mismos, siémbrense en las calles y que no se conduzca durante siete días justos, para evitar bajas.
Ah, el problema de las suegras tiene una solución rápida y sencilla, según mi padre: como a las musarañas, hay que matarlas desde chiquitas.


(*) Lucas es el falso nombre del que brinda asilo político a arañas, toma jugos color verde fluorescente y es adicto al azúcar. Vive conmigo.

HOY: Los Volanteros –Parte II-

(INTERIOR, VERMOUTH POST BAFICI ´05, BAR DE ALMAGRO)

JAVI*: -¡Ah! No sabés a quién vi esta mañana, ¿te acordás de Paolo el Rockero?
YO: -(Asiente entusiasta con un ojo mientras bebe su chopp)
J.: -Debe andar mal económicamente porque estaba en la calle Corrientes repartiendo los volantes de su propia obra teatral...


Pobre Paolo, por ahí hasta era el acomodador. Entrando en tema, estas son las tipologías relevadas de volanteros mercenarios:

-El Mendicante: gasta ojos de carnero, gran sonrisa y pestañas de vaca. Con su mirada parece pedir un favor de vida o muerte al extender su manecita. Si le das tiempo suficiente rogará algo como “Dale, mirá todo lo que me queda”.

-El Bonus Track: “con un laburo no alcanza”. El sujeto multiplica sus ganancias repartiendo dos volantes distintos a la vez, combinándolos según toque la suerte del día. Obtenés duetos paradójicos como yoga/compro oro o pilates/heladería.

-El Elitista Oligarca: sólo se te acerca si vas bien vestido, es el caso de los que ofrecen tarjetas de crédito. O las promotoras de perfumes, si no tenés pinta de gastar en fragancias importadas, te miran feo y murmuran para sí: “Te darióla la muestrita, chirusa.”

-El Taylorista-leninista: reparte sin cesar a velocidad pasmosa, sin un milisegundo de tiempo muerto, y -a diferencia del elitista- no hace distinciones y cree en la Igualdad entre los hombres: su lema es “Todo el tiempo a todos, y para todos, todo.”

-El Sexista: pasan dos hombres delante mío en la salida del subte B. El volantero les da papelito a ellos y a mí no. Sintiéndome discriminada, levanto uno del piso. El mismo ofrece señoritas en portaligas a elección, etcétera, y ahí entiendo. El caso inverso se da cuando el volante de marras ofrece uñas esculpidas.

-El Mala leche: Después de recibir una docena de volantes sobre depilación, Herbalife, corte y tintura, pedicuría, gimnasios, dermopeeling, viandas light y "tenemos talles grandes", invariablemente vas a desesperarte por un espejo para saber cuán necesitada de esos servicios te ves. ¿Autoestima? bien, gracias.

-Paolo: es tan especial que tiene una categoría para él solito. Su frase favorita es “uh, ahg, hola, persona.”


(*) Javi es el falso nombre de un ex estudiante a quien no volví a ver, así que no pude pedirle el volante de Más loco que nunca. Una pena.

HOY: Los Volanteros –Parte I-

(INTERIOR, VÍSPERA DE ELECCIONES ESTUDIANTILES, DESCANSO EN ESCALERA DE FACULTAD)

VOLANTERA: (Reparte panfletos de su agrupación a troche y moche, incluso con violencia)
JOSEFINA*: (Esconde las manos y se anticipa) –Gracias, ya tengo.
V.: -(Despreciativa, escamotea la pila de folletos) –Ah, igual no te iba a dar, nena.


Así te vea cargando amplio bolsamen supermercadil, una mochila de niño, el niño mismo, una begonia con maceta y el celular, te va a insistir para que agarres lo que reparte. Así esté ofreciéndole drenaje linfático a un señor trajeado con portafolio y bigote marcial, él le encajará el papelucho. El repartidor de volantes porteño conoce su profesión, y desconoce límites.
Hay dos tipologías básicas que conviene distinguir: el mercenario (le pagan; su hábitat preferido son las avenidas) y el ad-honorem (lo hace por amor a la camiseta -del Che- y frecuenta en manada las universidades públicas). Estos últimos suelen ser feroces y acompañar la volanteada con aullidos de propuesta electoral.
En el próximo encuentro hablaremos sobre los volanteros mercenarios, las categorías en que se dividen y sus frases favoritas. Lo urgente ahora son las medidas de prevención contra los ad-honorem. Si te ataca alguno, intentá debatir sin dejar que ponga en marcha su casete discursivo; equivale a no correr en línea recta cuando te persigue un cocodrilo.
Para que la comparación anterior tenga sentido supondré que es muy habitual ser perseguido por cocodrilos en la ciudad y que todos sabemos cómo huir de los mismos. Es una hipótesis mía porque con lo de la gripe N1H1 hace mucho que no piso las calles y me las imagino como un pandemónium de transeúntes malévolos que estornudan porcinamente, valerosos reporteros munidos de micrófono y alcohol en gel que los combaten, Godzilla refrescándose en los lagos de Palermo, un convoy de insurrectos animales del zoo puestos en libertad por cerdos resfriados a los que ni Elliot Ness puede detener por miedo a acercarse, y lo peor: votantes de Macri sin bozal.
Continuará.


(*) Josefina es en realidad una compañera mía la mar de finolis que, paradójicamente, tiene el nombre femenino más peronista del que se tenga noticia.