HOY: El atolondre bolonio – Parte I -

(INTERIOR, NOCHE, BARCITO TOP EN PALERMO SOHO)

YO:-¡Ale, Ale! ¡Mirá! ¡El cantante de Babasónicos!
ALE*:-(Pispea achicando los ojos) ¡¿Dónde, dónde?! ¿Ése?
Y: -(Asiente entusiasta mientras revuelve en la cartera con ambas manos, quizás adelantándose a Ale en la búsqueda de un bolígrafo para autógrafos)
A: -¡Pero no, Pili! ¡Ése es el que hacía de Hijitus en Videomatch!


Si bien bauticé este escrito como “Primera parte”, eso no quiere decir que ya esté pensada la segunda. Al igual que en “Las cosas odiosas de la vida”, mi optimismo averiado me permite aseverar que habrá letra suficiente para varias secuelas.
“Bolonio” es un adjetivo peyorativo que surgió allá por después del Renacimiento para denominar a los malos estudiantes, principalmente hijos de nobles venidos a menos o comerciantes idos a más. Resulta que como los viejos no les podían bancar una Universidad decente, los mandaban a cierto colegio de Bologna, el cual vendría a ser como la Kennedy. Se ve que estos muchachos sólo querían divertirse, porque les dejaban unos chelines a los catedráticos y egresaban como por un tubo. Pero cuando volvían presumidos a sus pueblos natales, con plumas en el sombrero y calcitas blancas (rara moda masculina la de aquella época) trataban de hablar en latín y les salía griego mareado, chamuyaban a lo pavote y cualquier sacristán abombado les pasaba el trapo.
Es así como la ciudad de Bologna les dio nombre a los que confunden todo, opinan trastocando conceptos, se enredan en su retórica, tergiversan latinazgos y su habla es un puro patatús. De todas formas, el término “bolonio” es mucho más conocido desde aquel capítulo en que el Sr. Burns se lo aplicó a Homero. Y la ciudad de Bologna es más recordada por haber dado su nombre a una salsa para ñoquis antes que a esta formidable clase de atolondrados. Es menester aclarar que formo parte de ella desde que rompí el cascarón.
Debe haber muchas clases de boloñez, yo tengo muy enfatizada la que hace confundir caras y la que trastorna todo lo relativo a bandas, cantantes, discos y canciones. Con la primera, saludo amistosa a completos desconocidos e ignoro con respingos a compañeros de facultad, ganándome sendas malas famas. Con la segunda, muestro lo ignorantemente sorda que soy. Con las dos combinadas, paso burdos papelones. Una muestra es aquel atolondre del principio, ilustrado por la fotografía de Adrián D´Argelos charlando con el Enmascarado en Radio Atómika. Del Hijitus de Videomatch no pude hallar foto alguna en Google; se ve que no es tan famoso como creí, lamento haberme entusiasmado tanto por rantifuso semejante.
Continuando con mi boloñez, confieso que la palabra “Mercury” siempre me remite empecinadamente a Freddy, aunque también se trate de una banda (que no se parece a Queen) y de un auto. Además, en un 40% de los casos, no le acierto al sexo del DJ del que estoy hablando. Pero lo resolví de una manera inteligentísima: si llego a decir “es muy bueno” y me miran raro, agrego “lo que hace”. ¡Basta de pasear mi boloñazgo cual estandarte!
La opción de -algún día- informarme correctamente y como Dios manda está descartada, claro. No por algo soy bolonia.


(*) Ale es el nombre falso de una de las varias amigas de Andrea, pero como no las distingo entre sí, puede llegar a tratarse de la verdadera Ale. Qué problema.

Hoy: El toque ácido que no esperaba

(INTERIOR, TARDECITA DE MATE, MI COCINA)

YO: -Y no sabés, ayer me encontré un lagarto en la terraza, hermoso era, y se ve que ahí vive bien porque estaba gordito (…) y el otro día una amiga mía vio una culebra, toda gris, cruzando la calle, allá en San Juan (Mira al infinito con ensoñación y se le queman las tostadas. Lo disimula raspándolas con una cuchara a espaldas de Nico*)
NICO: -(Se pone a enumerar, esgunfiado) A ver, te gustan los sapos, las lagartijas, los murciélagos, las víboras, tenías un novio abogado, después salías con un peronista; me cache… ¡CÓMO TE GUSTAN LAS PLAGAS!



Seré una viva ilustración de esta frase inspiradora obtenida en la parte trasera del diario. Como quedo demasiado mal parada con la charla precedente, haré caso omiso de la misma. Porque a palabras tuertas, oídos ciegos. O algo así.
El otro día estaba escuchando la radio, y descubrí dos cosas de sopetón, llamativas para una novata como yo. La primera, Radio Atómica, que por varios cuerpos de ventaja respecto a cualquier competidora, es la más bizarra del Oeste, superando aún a la 93.7, radio de la Policía Federal. La segunda, que mis relatos futbolísticos preferidos son los de Radio Belgrano.
Antes ponía a Víctor Hugo y en vez de un partido parecía una conferencia de legislación nuclear en La Haya. En cambio, Radio Belgrano tira más a la chacota. Principalmente por los locutores que se pelean en agrio tono con diálogos incisivos como “En la televisión dicen otra cosa de ese gol, Freddy” -Freddy ni bola- “Fue off side, nada que ver con lo que comentaste, Freddy” (Freddy lo mata con la indiferencia y continúa el relato por si Maxi Moralez vuelve a darnos alegrías) El otro, malévolo, insiste cual mosquito de alcoba: “el línea no, VOS sos el que se tiene que comprar los anteojos, Freddy”. A lo que éste responde con ira: “¿me dejás terminar MI comentario, por favor? (chillidos de audio, le están por cerrar el micrófono, pobre Freddy) “Pero todavía no terminé de coment...” (Anuncios comerciales).
Además, siendo hincha de Racing y ganando, uno está como exultante, feliz de la vida, camina por las paredes, hace loopings, bate palmas y le pregunta cosas al transmisor, como en Los Tres Chiflados. Lo llamativo de esta emisora es que te responde, igualito que le pasaba a Curly. A mí el domingo me decían “señora hincha de Racing, frótese los ojos, ¡esto no es un sueño!” imitando un poco el entusiasmo de Príncipi cuando en 100% Lucha va ganando uno de los buenos. "Racing está de fiesta ¡y San Lorenzo de siesta!" “La Academia supera 2-0 al puntero del campeonato. ¡Pellízquese nomás, no le pusieron nada en el vaso, señora, pasa de verdad!” Y también mechaban comentarios poéticos intrincadamente metafóricos sobre las nubes, el balón y los cielos de Avellaneda. Lo que se dice, unos vates del deporte.
¿Dónde está el toque ácido que no me esperaba? ¡En las propagandas, por supuesto! Si bien la que más recuerdo es “Confitería Atuel, en eventos, la mejor de Ballester”, porque rima mucho, y la de “Cool Pilar”, por ser mi tocaya (“¿El partido se puso caliente? ¡Enfrialo con aire acondicionado Cuuul Pilaaar!”) había otra muy, MUY, ácida, y quizá macabra: “¡NO CORRA! Cochería Paraná SABE por qué se lo dice.”
Golazo.


(*) Nico es el nombre falso que presento para nombrar a una persona verdaderamente impresentable.

HOY: Los signos del zodíaco

(INTERIOR, TARDECITA, PELUQUERÍA DE BARRIO)

MUJER EDULCORADA E INSISTENTE: (Señala un horóscopo de la Para Ti) -Yo soy de Géminis, como mi hermana y mi novio, ¿vos?
YO: -¿Yo? Yo de Leo, como Madonna y Fidel Castro.



Visto que en la vida real –en el calendario del blog, no- fue el Día de la Madre, debería hablar sobre ellas, pero mis escritos van tan atrasados que el anterior es un homenaje al Día del Niño. Ya voy a explicarlo bien en mi ya postergadísimo escrito sobre las postergaciones. Por lo pronto hablaré de los signos, a pesar de que ya no estamos bajo el de Leo, porque pateé tanto al post que andamos por Escorpio.
Más allá de la fama que nos han hecho a los leoninos, de petulantes y orondos, es todo verdad.
Un leonino no presenta a dos amigos, les ordena conocerse; no sugiere, intima; no pregunta, interroga. Y tampoco habla, sólo asienta veredictos. Como prueba basta aquella imagen de holaholahelecho:http://holaholahelecho.blogspot.com/2008/04/dont-cry-for-me-clandestina.html Sencillamente, no puedo evitar hacer eso en todos los balcones. Y no por peronista; es que nací así, megalómana.

Una vez a una conocida mía le dijeron que en otra vida había sido virgen incaica ofrendada a los dioses, y por eso se había tatuado un cuchillo de sacrificio en la pantorrilla izquierda. Para no ser menos, yo podría verter mi verdad igualmente científica al decir que en otra vida fui faraón. Faraona, en realidad. (Desconfía de sus propias palabras. Ceba un mate. Reflexiona. Decide que siempre que se inicia un sinsentido, lo más sensato es continuarlo, pues la verosimilitud sólo peligra en las frases breves, como lo demuestra José Narosky a diario. Cobra impulso.) Y también cantante etrusco, huérfana en el Lejano Oriente, travesti maya, veterinario de las caballerizas de Su Majestad Jorge VI, obrera fabril del 1900 en Buenos Aires -esa fue la peor- y cortesana bielorrusa, para mayor exactitud.
Por suerte a mi signo Leo le hace contrapeso el del Chancho en el horóscopo chino, que es como más humilde. Dicen que en la antigua China a las mujeres que nacían cerdas las solían abandonar de recién nacidas, pues son difíciles de casar. Espero que la Revolución Cultural haya intentado avanzar sobre semejante falta de urbanidad hacia nosotras; mi vida sin padres en Pekín no fue agradable, y como habrán visto, no se compuso en el imperio maya a pesar de haber nacido hombre. Respecto a la dificultad hacia la boda, atestiguo que es una pura verdad. Y al dicho de que somos buenas amas de casa y limpiamos a lo tonto porque tenemos complejo de chiquero, también.
María Natalia* creyó toda su vida que era una rata, hasta que se dio cuenta que había leído mal el horóscopo y era una vulgar cerda de agua como yo. No sé si se sintió feliz con el cambio. Porque si bien hay chanchos loables como David Bowie, Alfred Hitchcock y el Dalai Lama, también compartimos predicciones con Moria Casán, Henry Kissinger y Diego Torres.



(*) María Natalia es el nombre falso de la falsa rata, que ya sabiéndose cerda aseguraba sin embargo que el horóscopo ratonil siempre le había acertado. Hace poco se cruzó con una víbora y su instinto roedor la hizo huir de inmediato.

HOY: Los niños

(INTERIOR, NOCHE DE CASAMIENTO, GUARDARROPAS DE SALÓN DE FIESTAS)

PRISCILA*: (Se dirige a una pequeña que quedó a su cuidado, con plena confianza y sin imposturas en la voz) -¿Y vos qué querés ser cuando seas grande?
NIÑA DE 9 AÑOS: -Y, lo primero, rubia.



¡Oh! ¡Los niños… pequeñas larvas de mamífero humano que exasperan nuestros ánimos y mojan nuestras camas…! Priscila se lleva bien con los chicos, a menos que sean malcriados y tengan más de veinte años, claro. No era ése el caso de la nena del guardarropas. Cuando mi amiga le preguntó por qué no le gustaba el pelo morocho, se justificó aseverando que “las rubias son más millonarias y las persiguen más los chicos”. ¿Estamos acaso ante una precoz lectora de mi blog, que quiere emular a Belén*? De ninguna manera, estamos ante un exponente de la Generación XXY, una raza de criaturas perspicaces a más no poder, que le comerían los tallarines en la cabeza al mismísimo Herodes.
Lo de Generación XXY no es porque los niños ahora sean hermafroditas, sino porque las fatídicas palabras tranquilizadoras de algunas madres (“te las dejo un ratito, seis horas nomás, no te hagas problema porque son nenas, ¿viste?, las nenas no hacen lío”) y también las de otras (“te los dejo, me voy a un día de spa, pero no te preocupes porque son varones, les tirás una pelota y listo”) ya han dejado de tener sentido. Hoy por hoy, ni los nenes se entretienen con poner en riesgo su integridad física por un fútbol desinflado, ni las nenas se divierten sólo con separarse en grupitos rivales armando intrigas crueles entre sí y divulgando secretos de otras. No, el mundo ya no es el lugar apacible que solía ser en mi infancia.
Tanto las XX como los XY son la piel de Judas, al decir de una persona muy querida para mí, que tiene la paciencia de ser maestra suplente. No cuento aquí lo que le hacen pasar sus alumnos o cómo le han llegado a contestar porque lo considero irreproducible. Violentando mis principios acerca de la conveniencia y salubridad de una educación pública laica y gratuita, diré que a esos chicos hay que mandarlos a un colegio de curas; al menos hasta que las maestras se capaciten para practicar exorcismos.


La criatura de la anécdota del principio, tiempo más tarde, por esas casualidades de la vida, compartió conmigo un evento cultural lleno de gentes cultas y cool. Mi obligación era filmar y atender el asunto del vino (tomármelo, claro), Priscila vendía libros y Nacho* controlaba la caja chica. Quiso el capricho del destino que la niña viera en mí a una autoridad a desafiar, y por lo tanto se me acercó con ímpetu de “mirá hasta dónde tiro de la cuerdita”.
Presentaré la situación en tres actos, ya que estamos en un ambiente culto.
Primer acto: La niña lleva un gigantesco avioncito hecho con el culto programa de actividades del evento cultural. Levanta la vista, me mira y declara voluntariosa: “Le voy a tirar el avión a ése de ahí”, y señala al tipo culto que ya ha sido marcado por Nacho como el más presuntuoso, estúpido e insoportable de toda la concurrencia. “Ah”, le digo, “¡Pero no!….¡no..!”, niego con la cabeza y agarro el avión. (Dudo del carácter adulto de mis actos, aunque no más de un segundo, por suerte) “con esto así no le vas a pegar, se te cae al suelo allá y te lo rompen seguro, mirá, si le das vuelta esta parte y le cortás eso, así, el avión dobla, ves, y al tipo se lo ponés de frente, por ahí en un ojo y todo, y si no le acertás, igual vuela de nuevo para acá”.

(Telón) -Entreacto: La niña se pierde en la multitud culta.- Segundo acto: Priscila pregunta por ella, yo no sé nada, le digo, y me tomo otro vaso de tinto salpicado de migas. Sigo filmando y pongo el zoom por entre la gente culta. Veo que un treintiañero fanfarrón de anteojos cuadrados y peinado desparejo es atacado por la réplica en papel de un MIG 31 ruso.

Tercer acto: La Niña entra en escena corriendo, me echa los brazos a la mano (suelo proteger mi cuello de excesivas ternuras), y declama: “¡Gracias! ¡es el avión más hermoso del mundo!” Y ahí es cuando, por más XXY que sea la niña, yo me emociono como una pava…Porque siempre pensé que mis aviones eran una porquería comparados con los que hace mi hermano, y eso que es mucho más chico que yo.


(*) Priscila es la amiga a quien le mantengo el nombre en secreto porque la hice quedar mal cuando develé a quién quería votar en las últimas elecciones.
(*) Belén es la amiga atractiva de la cual no puedo develar su nombre porque en febrero ya la hice quedar como un gato aprovechado en “Las facilidades de las rubias”.
(*) Nacho es el amigo que, cuando le develé que salía en mi blog, dijo -por las dudas- que soy una yegua, así que -por las dudas- le mantengo este falso nombre.