YO: -Gonzalito, ¿no te vas a bañar hoy tampoco?
PRIMO GONZALITO*: -No, Pili. Yo duro limpio varios días.
La postergación es un síndrome que suele contagiarse a través del contacto con pintores de obra, plomeros, mecánicos, carpinteros y deliverys de pizzería; en la sintomatología clásica el infectado presenta rasgos clave de insistencia retórica tales como: “Mañana mismo se lo tengo listo”; “Su pedido salió hace veinte minutos”; “Es que no consigo el repuesto porque es importado de afuera (sic) y ya no lo traen”; “A las nueve estoy en su casa, doña”. En los últimos meses he debido tomar contacto con este amplio grupo de riesgo; comprobé que con la postergación no se ha inventado nada efectivo en cuanto a profilaxis.
Lo malo de andar postergando es que ya estamos en diciembre, pero estos escritos se fueron posponiendo tanto que no voy a estar en fecha para hablar de la Navidad, y la Navidad es terriblemente efímera. ¿Hay algo más deprimente que los almacenes con guirnaldas verdirrojas y campanitas llenas de tierra en pleno marzo? ¿No les dan desconfianza esas remiseras con adornitos dorados de “Feliz 2006”, donde se nota que debajo del 6 antes había un 5? Bueno, parece que de seguir así, la gente va a desconfiar de mi blog y algunos se deprimirán con él. Espero postergar semejante crisis. Tengo esperanzas porque mirando a EE.UU. -para variar- veo que pudo, salió de la depresión económica y generó confianza en los mercados (…) Ah, ¿no? ¿son mentiras de los medios? Rayos, ahora el blog ya está creando desconfianza.
(*) Gonzalito no es Gonzalito, y además nos une otro tipo de parentesco porque yo no tengo ningún primo, ni tío, ni tías, ni perro que me ladre.