HOY: Los desencuentros

(EXTERIOR, ESQUINA DE CABILDO Y JURAMENTO, MEDIATARDE CUAL GALLETITAS)

YO:-(Atiende su celular demodé) ¿Holá? ¿Andrea? ¿Dónde estás? Yo en el Café Cinema.
ANDREA*-¡Pili! ¡Yo también! ¿En qué esquina?
Y.:-Justo abajo del cartel de Cabildo y Juramento, ¡no te veo!
A.:-Ehh… Es que yo estoy en Santa Fé y Callao.


Este post debería hablar sobre otra cosa, pero me desencontré con mi hermano y no me dio la foto que necesitaba. Podría haberme enojado, pero eso no corresponde a una hermana mayor que está acostumbrada a despistes, desboles y otros graciosos percances que ocasionan las jóvenes generaciones, porcas miserias, en mis tiempos no pasaba. En fin, tuve que usar la foto de este otro cartel de calle, que igualmente es bastante jocoso. (Como el blog de donde lo hurté: www.chaochaocacto.blogspot.com.)
Existen desencuentros entre amigas, entre hermanos, o también con uno mismo, como le ocurrió a mi amiga Ana* que escucha Metallica desde los trece y yo la llevé a una fiesta latina. Allí, entre copa y copa, terminó siendo la locomotora de un trencito que marchaba al son del cucumelo, y me dijo “todo bien, Pili, pero no me hallo mucho aquí”.
Sin embargo y sin explicaciones, me propongo hablar de los desencuentros de género, es decir, cuando a una le gusta alguien y para ese alguien una está dibujada. Estos especimenes anodinos de los cuales ni siquiera habría que hablar, han sido ordenados según el rechazo que suscitan, desde el despreciable hasta el despreciable y medio. Veamos:

Tipología a): El que te dice que te quiere pero no quiere estar en pareja porque estuvo de novio un año y medio y quiere libertad. Carácter: Despreciable. Comentarios: Para estos sujetos, las mujeres venimos a ser una especie de traficantesas de esclavos del mundo moderno. La particularidad de estos siervos es que son tan libres de quedarse como de irse, y de hacer de su culo un pito, con lo cual queda subvertido por completo todo el concepto de esclavitud que dichos monigotes se atreven a esgrimir ante las incautas.

Tipología b): El que te dice que te quiere y después no te llama en un mes, y cuando lo llamás vos te dice que estuvo “muy ocupado”. Carácter: Temible. Comentarios: De qué nido de pajarón se cayó este presuntuoso, no sabemos. Porque un mensaje diciendo ternezas hasta puede mandarlo desde un inodoro, mientras hace aquellas cosas que no puede dejar de hacer por más OCUPADO que esté, él y el baño. Ni que fuera el Marqués de la Pitufresa en gira electoral.

Tipología c): El que te dice que te quiere y que si le convidás un pucho porque no compró. Carácter: Vividor. Comentarios: Más que un cigarrillo merece un cenicero por la cabeza -como hizo la Su- porque, como se dice, “Un tipo que pide prestado, mejor perdido que encontrado”.

Tipología d): El que te dice que te quiere y que si lo dejás, se mata / se sumerge en el vicio / se va del país. En este caso, una, que siempre está ahí, está dibujada por su esencia de “escenario”, en tanto constituye parte indisociable de lo que ellos creen que es su medio de supervivencia cotidiano. El estatus que nos otorgan está al mismo nivel que el de la heladera, el papel higiénico o la radio. Carácter: Tremebundo superlativo. Comentarios: “Dejémoslo” ahí.

Tipología e): El que no te dice que te quiere. Y ahí ya nada vale la pena, excepto tomar cerveza en fiestas latinas y hacer trencitos al ritmo del Cuarteto Imperial.

Como conclusión feminista, sostengo que los hombres -igual que los bañeros y los réferis- no serían tan hombres sin su pito. De veras.


(*) Andrea es la falsa Andrea de siempre pero en épocas pasadas, como mi celular demodé.
(*) Ana es el nombre falso de mi amiga ex-punk que no quiere que sus amigos aún punks sepan que me acompaña a fiestas, trencitos y pogos poco punks.

HOY: Las clases altas

(INTERIOR, VERMOUTH, CASA DE NACHO*)

NACHO: -(Corta salame en una tabla) ¿Y tuviste que pasar por Callao, por Santa Fé?
MANU*: -
(Dice que sí con un ojo, fiel a su carácter introvertido)

N.: -
(Aclara a los concurrentes que no corta más fiambre porque no hay) Che, ¿y era muy cheto el cacerolazo ahí en Barrio Norte?

M.: -
(Junta las manos bruscamente a la altura del rostro, cual rezo súbito) ¡PFFF! ¡BOLÚ! ¡¡Salían con la Essen!!


Yo acuso.

A las clases altas.
A la indignidad de los ricos.
A las prepotencias adineradas.
Y ya que estamos, a la señora rubia que deja que su caniche me haga en la vereda.
Afirmo, desde esta tribuna, que la clase alta tiene un defecto congénito: la completa imposibilidad de ponerse en el lugar del otro. Como el caso desopilante de aquella chica top -digámosle “Monique”- que me invitó a mí y a Andrea* a una fiesta de despedida porque viajaba, diciendo que no lleváramos nada para tomar porque “ella se encargaba” y que nos “quería ver a todos” porque nos iba “a extrañar mucho”, y cuando llegamos a la famosa celebración, nos dijo que había que pagar una suma exorbitante para entrar, más los tragos, más el guardarropas. (¿?) Y cuando con toda la sorpresa que eso nos deparó le dijimos que no contábamos con cuarenta pesos entre las dos, sencillamente nos dijo que nos fuéramos. Y nos fuimos, claro. Creo que deseándole buen viaje, y todo, aunque un poco aturulladas.
Luego de que se nos pasara el asombro, Andrea* reflexionó que si alguna vez desea partir a la Europa, organizará una fiesta así, “porque con lo que recaudás, te financiás el pasaje, ¡qué práctica que es la gente de clase alta! Cómo se nota que estudia en universidades exigentes.” También acordamos que dado el inverosímil evento de organizar nosotras una fiesta con entrada paga (puaj), y dado el fenómeno de que vaya alguien que no cuente con recursos, sería lógico dejarlo pasar gratis. Esa urbanidad nuestra es la marca visible del fracaso; no tenemos un ápice de visión empresaria, ¡maldición!

Volviendo al día del cacerolazo, no digo que esté mal protestar, al contrario. La capacidad crítica es el antídoto a la posmodernidad, estamos de acuerdo. Pero a ver qué y por qué, ¿no? Aquí presentamos un resumen novelado del escenario que hubo el día 16 entre las gentes según factores socioeconómicos:


a)
CLASE ALTA:
-Gordo, ¿renovaste el plazo fijo en Davos?
-Querida, sabés que de esas pequeñeces se encarga el contador. ¿Qué es ese ruido de cacerolas?
-El populacho debe estar festejando el Día del Padre con murgas. ¡Estos argentinos, cada vez más latinoamericanos cachimbomberos!

b) CLASE MEDIA ALTA:
-Quiero mi asado y mi pollito y mi asado y mi pollito y mi pollito y mi asado y que la nena viaje a Disney para los quince y que la hija del vecino no. Y quiero mi asado y mi pollito y mi pollito y Macri y mi asado y Disney y mi pollito. ¡QUIERO MI POLLITO ASADO PARA EL DÍA DEL PADRE, PRESIDENTA!

c) CLASE MEDIA:
-Por la avenida se oye algo, pero en la tele qué dicen, poné, a ver.
-Y… acá está Susana.
-Y ahí está el resumen de Tinelli.
-¿Y en Crónica?
-Pucha, no sé, ya no tenemos cable.

d)
CLASE BAJAMENTE DESPOJADA:
-…

En pleno cacerolazo salí a tirar la basura (mentira, salí para pispear, pero no importa) y justo pasaba un cartonero. En feriado. En día del padre. En frío. En de noche. En cacerolazo. Y la verdad que no comentó ni protestó nada del campo, ni del gobierno, ni de las cacerolas, como que no tenía tiempo ¿no? o ganas. Este helecho lo ratifica: la libertad, los viajes y los pollitos asados son para la gente como uno, que vive de rentas.

(*) Nacho es el de siempre, el que ofrece picaditas, convida queso importado, sirve tés de seis gustos distintos y empanadas de primera calidad, y después se disculpa de que “nunca haya nada decente para comer en esta casa”.
(*) Manu no se llama Manu; a los hombres cuyo nombre real empieza con “M” les mantengo la inicial, así nadie entiende si hablo de Matías, Milo, Mariano, Martín, Mario, Manuel, Maximiliano o Miguel. ¿Verdad que soy el Maxwell Smart de la confidencialidad?
(*) Andrea es la de siempre, y eso que se tiñó hace dos meses y parece otra.

HOY: La compulsa de las compras

(INTERIOR, NOCHE, MESA DE MI COCINA)

YO: -Y pasé a ver las liquidaciones, pero no sé, no me gustaba mucho nada, llevé remeras solamente. Me compré cuatro nomás…
ANDREA*: -¡Pero PILI! ¿¡Cómo “nomás”!?


Resulta que una vez, Mariana Nannis oyó El Llamado, y subió a lo más alto del Alto Palermo a ver si mejoraba la señal, y atendió el celular y vio que El Llamado era bueno, y que El Llamado era Dios, y que era bueno también. Lo malo fue que no tenía ID-Call para ver el número y sacarle las prebendas a Bianchi. Una vez allí le fueron entregadas las dos Tarjetas de la Ley, con los Diez Mandamientos del Consumo. Dios se las dejó en doce cuotas sin interés, pero igual a Mariana no le devolvieron el IVA. Así que bajó hecha una furia echando relámpagos cual Moisés, y las rompió con una tijera. Qué pava. Al final las pegó con cinta y esto es lo que quedó:

1) No adorarás a otro Dios que a tu Señor el Crédito.

2) No invocarás el “Comprateló” en vano.

3) Santificarás las Grandes Baratas.

4) Honrarás y respetarás el closet de tu madre.

5) No cometerás batik contra tus prendas indefensas.

6) Peregrinarás una vez por temporada a la Meca, es decir, el Once.

7) Cosecharás tus propias ofertas y por tus gastos te conocerán.

8) No codiciarás la indumentaria de tu prójima. Se la pedirás prestada.

9) y 10) El Nueve y el Diez Mariana todavía no los terminó de pagar.

Nunca pensé que escribiría sobre las compras, pero visto y considerando que la lista de mis artículos adquiridos el día de hoy justificaría una visita a un psiquiatra especialista en esquizofrenias, trastornos de doble personalidad y otros patatuses, me siento confiada. La retahíla asombrosa a la que me refiero consta de los siguientes ítems por orden cronológico de adquisición, téngase en cuenta que la muestra corresponde a tres horas y media de recorrido por dos barrios de esta Capital. Veamos: a) un par de calcetines b) cien gramos de muzzarella c) barritas de azufre d) quince sahumerios de coco e) guantes de lavar f) un juntamigas g) tres curiosos imanes de heladera h) un pendrive i) medio litro de gotas para los ojos j) veinticinco metros de cable coaxial, k) un Poxiran. (Haré caso omiso de los comentarios chistosos que eso provoque).

Este patrón de compra indiscriminada, caótica e irregular, impredecible para el cálculo de probabilidades e improbable para los expertos en marketing, se repite en la adquisición de libros. En mis estantes coexisten sin trompadas Bioy Casares (arriesgo: el playboy que escribía) y Rodolfo Walsh, que antes de desaparecer supo decir que “según cómo la usás, la máquina de escribir puede ser un arma o un abanico”. Pues bien, este mueble mío es un continuado de libros-abanico y libros-libros. Todavía no sé cuáles son qué, porque -lo admito-: los que me compro, no los leo. Noventa pesos invertidos en diecisiete unidades durante la última Feria del Libro, y no abrí ni uno.
Madame Nannis soy yo.


(*) Andrea es la chica que trabaja en un local de ropa en el que instalaron micrófonos y cámaras de seguridad para vigilar a las empleadas, "por las dudas". ¿Por las dudas de qué? ¿De que se disfracen de Britney Spears cuando no está el dueño? Otra incógnita más, como la del nombre verdadero de Andrea.

HOY: El frío

(EXTERIOR, ANOCHECER, CALLECITA DE SAN TELMO)
(Esta cronista camina junto a Nacho* y Mara* en un clima fresquitotoñal, comen semillas de girasol, hablan de la vida y del fileteado porteño, pasean por Parque Lezama, subibajan veredas escalonadas y escuchan cómo y con cuánto ganó Boca por boca de todo el barrio de la Boca, esquivan pozos y desean chocolates Havanna.) (...) (Oyen otros idiomas al llegar a la zona de hostels for export at U.S.A.´s dinner time) (sic).
MARA, NACHO Y YO: (Inocentes, enmudecen al unísono ante un par de escotes más profundos que la Fosa de las Marianas, los cuales pertenecen a dos llamativas casquivanas extranjeras que circulan con poco abrigo por Humberto Primo, a puro grito y descoque, de minishort y tacos altos.) - …NACHO: -…YO: -… (Se distrae tratando de adivinar si esas mujeres llevan pantimedias.)MARA: (Cándida) -¡Qué poco frío tienen estas yanquis, ¿no?!

Hay gente que declara que el frío le gusta, como Nacho, o como un señor que es mi psicólogo. Ahora, cuando una se pone indiscreta y pregunta específicamente qué les puede agradar de tal azote, contestan “estar bien abrigadito en casa”, o “usar pulóver”. Es decir, lo que les gusta del frío es defenderse de él. Una de las premisas de las que parto en este escrito afirma que esa gente está más o menos loca.
El invierno tiene muchas cosas buenas, la primera de ellas es que se transpira menos, la segunda, (…) (piensa) (sigue pensando) (se concentra) (…) (Va y se hace un té). La segunda es que la luz del sol baja los decibeles y ya no se mete donde no le importa, es un sobrio oficinista inglés que ficha de nueve a seis. La tercera, (estampa bruscamente a un mosco contra la pared) la tercera podría ser que no hay mosquitos, pero en mi casa sigue habiendo, y están como entrenados porque no se dejan matar. Deben ser una raza de elite de zancudos árticos.
Podríamos decir que en esta época es más lindo estar en casa, junto a la estufa. Pero con la crisis energética, decir que está bueno prender la estufa (a gas o eléctrica) lo convierte a uno en opositor al gobierno. Podríamos estar de acuerdo en que es lindo tomar chocolate caliente, o hacer una fondue a pura extravagancia invernal, pero no, porque consumir productos lácteos también equivale a estar en contra del gobierno. Podríamos ponernos a hacer tortas fritas en la cocina, pero freír y ponerle aceite a las ensaladas también es boicotear al gobierno. A veces se me ocurre que este gobierno se está poniendo un poco rompe.
La macana es que dicho así, desde el clasemediaje frívolo, queda muy mal. Habría que decirlo desde los que hace rato que no tienen para tortas fritas ni leña, o desde la UBA sin gas, aunque igual Cristina Fernández de Kirchner no lee este blog. De hecho, se ve que no le gustan porque  según Perfil a su hija Flopy se lo censuró de un saque (“¡Sacalo, mocosa!” le dijo, “¡o no te traigo a Miranda para tu cumple!”).
Voy a ponerme en positiva porque si sigo así me parece que la tercera ventaja quedará vacante hasta la primavera. (Se encima otro pulóver pero tirita igual). (Pone música tropical, baila y tose, se toma un VickVitapirena de esos que los hipertensos y las personas nerviosas no pueden tomar; chapucea pasos, al fin entra en calor.) En resumen, yo diría que lo único que abriga bien -en invierno- es la cumbia.

(*) Nacho es el nombre verdaderamente falso de alguien que en serio se declara partidario del frío de veras.
(*) Mara es el nombre falso de la moza que los comensales llaman con chiflidos, a pesar de llevar su nombre real bordado gigante en la espalda.