HOY: El cabarulo barrial

(EXTERIOR, MEDIODÍA, AVENIDA SAN MARTÍN)
YO: (Oye una bocina calibrada con la melodía de “El Padrino”)
Y.: (La oye de nuevo)
SEÑOR DE UN CAMIÓN QUE JUSTO PASABA POR ALLÍ: -¡Maaaaaami! ¡A cuánto el kilito é pechuga!




Es una esquina y se llama L´Prive.
El patovica en la vereda, esquivo. La iluminación, noctámbula. El ingreso de proveedores, una mugre. El neón, fucsia. La puerta de atrás, subrepticia. El ambiente: dudoso.
Desde las diez, en la entrada siempre está el veinteañero teñido de rubio que parece ser el dueño –o quizás un habitué asiduo de demasías- conversando con el patovica modosito, casi siempre de motores y de autos. Al menos hasta que ve una mujer, como se verá más adelante.
Paso una noche y escucho una barbaridad, bueno, no pasa nada, sigo. Pero después, cuando te ven que caminás por ahí en ojotas dos, tres veces por semana, con las llaves en la mano y un cuaderno, vestida con lo más rotoso que tenés, el pelo a la miseria y la pompa escondida, suponés que van a pensar “Ah, es del barrio esta chica, nos conoce, ya.” y que te van a mascullar un enasnochesssh o que te van a picardear con el término “vecina” y nada más, pero no. Pasé un lunes nocturnamente caluroso, había tres, estaba el patovica, el “dueño” y un sujeto de pantalón chupín y celular de los que intuyo carísimos. Cuál no sería mi sorpresa al oír “Está buena”- “Está buena” -“Está buena” al ritmo sincronizado de una fuga que el mismo Bach envidiaría. Qué descaro.
Y eso no es todo. Paso de nuevo un jueves a las once; me miran, se miran y oigo “SEIS GAMBAS”. Así, contundente y clarito. Todavía no sé si el comentario del tasador me subió la autoestima o me la bajó de un hondazo.
Cuando se lo conté a mi amigo Nico* se rió y me dijo “por las dudas no te andés tocando porque te vas a endeudar”. Mi amigo Nico* es un maleducado sinvergüenza incapaz de verle el costado serio a las cosas.

(*) Nico no es ese Nico que estás pensando. Ese otro tampoco, ¡fallaste!
(*) Nico pareciera ser yo diciendo cosas que por varios motivos no podría decir por mí misma, pero no.

5 comentarios:

cacta dijo...

.

pero si acá no hace falta ni cabarulo para que te llenen de esa manera!

Tarde-siesta
Vereda frente a la plaza principal de la provincia
Obreros trabajan en vaya a saber que remodelación

Ceci camina altiva y desfachatada por el costado de la calle esquivando los escombros.
Yo atrás, uraña y desconfiada

Obrero: "ehhh rrricaaa, mi amor.."

Yo: "que te pasa negro y la puta que te parió!"

Obrero: "Pero si no te digo a vo'! Le digo a la otra!"

Yo: "..." "PERO ES MI HERMANA!!!"

cacta dijo...

.

No hay respeto!
NO HAY!

Un helecho que dice la verdad dijo...

"Para que te llenen de esa manera" es una frase en sumo grosera que precede y anticipa las barbaridades que le dijiste a ese obrero, sos una oveja negra. con razón la piropeaba a tu hermana.

cacta dijo...

.

cuando camino por la calle me siento como gollum con migraña

no me importa...

en el fondo soy como la ranita demetán

Un helecho que dice la verdad dijo...

No tuve el gusto con esa rana, pero no quisera ser albañil cuando vos pasás por mi obra.