HOY: Las facilidades de las rubias

(INTERIOR, NOCHE ETERNA, CIBER DE NICO*)

NICO: -¿Cómo? ¡¿Vas a poner esa foto?!
YO: -Y sí, porque voy a hablar de ella.
N: -No, no, no y no. Después andás teniendo problemas. Poné una foto de Soledad Fandiño, que se le parece bastante y listo, así no la quemás, pobre Belén…

(Y eso que una vez leyendo titulares del Barcelona Nico dijo que “Si existe una ola de putez, Belén es surfista”)


Belén* -mi amiga gato- va de tacos hasta a la cancha de Vélez, carga más rimmel que góndola de free-shop, es rubia platinada y se plancha el pelo a diario, por poco no lo almidona. (Qué antigüedad, ¿quién almidona hoy en día? Yo me lo pregunto porque los chinos siempre tienen a vender frasquitos de Colman. Pero SIEMPRE, eh. Pueden no tener fiambre, ni pan, ni soda, ni cambio de 5$, pero Almidón Colman tienen siempre.)
En fin, Belén –que no almidona ni plancha ni lava ni cocina ni cose– tiene mucha suerte. No sólo por el hecho de que no almidona ni plancha ni lava ni cocina ni cose, sino porque es de esas mujeres que consiguen todo lo que quieren, y lo consiguen de un hombre. (O varios) Hablando de eso, Belén es femeninamente poderosa. No sólo logra que la llamen, la pasen a buscar, le paguen las cervezas, la inviten a cenar, a bailar, a fiestas VIP, le hagan conocer famosos; también incluso que la QUIERAN, se ENAMOREN, se la presenten a los PADRES. A veces, también a las madres. Es que es así, los hombres son raros.


La primera vez que fuimos a un boliche juntas se suponía que nos llevaban unos amigos de ella: Juanma, Diego y Roberto. Debido a algunos comentarios homofóbicos de su parte, y a cierta propensión a considerar a las mujeres como un accesorio caro que casa bien con BMW importados, a mí Roberto no me gustaba, Juanma tampoco y Diego menos. Cuando muy cautamente se lo dije a Belén, me aseguró que no importaba, porque la cuestión era que nos llevaran en auto, que después ya nos íbamos a arreglar. “¿Pero no vamos CON ellos?” “Sí, Pili, pero qué naba que sos, no ves que son hombres, los perdemos de vista por la calle y listo, más fácil que perro suelto en avenida” Yo expresé mis dudas, pero así fue.
Llegamos, Roberto abre la portezuela gentilmente, puerta de boliche, vereda concurrida, Belén escurridiza aún con stilettos y minifalda, entrada gratis para las damas, y zácate, ya estábamos adentro y de Juanma, Diego y Roberto, ni noticias. Una vez allí el desenvolvimiento de Belén fue magistral y consistió en aplicar ciertas tácticas para obtener diversos réditos. Paso a detallar:


Caso 1: Belén se acerca a un tal Fede, le da un beso, le apoya el abundante escote en los pectorales, le saca los lentes oscuros y se los prueba. Se ríe, el Fede ése la mira embobado y le asegura que le quedan bárbaro, Belén nos presenta, Fede me saluda pero yo no soy rubia, así que la sigue mirando a ella, Belén le grita que está buscando a Romi, que si la vio por ahí. Fede le grita que la busque, porque él no la vio. Mal podría haberla visto porque me entero de que esa Romi se fue a pasar el finde a Mar del Plata con un chongo y sólo se lo dijo a Belén. Con la excusa de ir a buscarla, nos vamos con los lentes. Fede nunca más los verá y mi amiga amplió su colección de accesorios de una manera práctica, económica y rápida. ¡Es tan fácil ser rubia!

Caso 2: Minutos más tarde Belén se acerca a otro de sus amigos, -estamos manejando un concepto de amistad extraño para algunos, pero no importa- digámosle “Leandro”. Y chilla cual grajo: “Leaan leaaan, corazón, cómo estás, me tenés abandonada” El tal Lean está con la novia, o al menos parece serlo esa chica furibunda que no nos saluda. Lean muy amablemente le da diez pesos a Belén y le sugiere que vaya a la barra a pedir una Quilmes de litro, “así charlamos todos”. Bingo. Obviamente que aceptamos el soborno y lo convertimos en líquido de inmediato; si de buena fe quería compartir una cerveza con nosotras y la novia –yo siempre me creo todo lo que me dicen-, todavía la debe estar esperando.
Belén, dos; hombres, cero.

Caso 3: He aquí un momento álgido: luego de una hora cuarenta y cinco aparecen Juanma, Diego y Roberto, relegados a su suerte (y a la cola de la entrada) mientras buscaban lugar para estacionar. No me imagino cuán efusiva deberá ser esta vez mi admirable Belén para lograr que estos tipos no nos puteen. Pero en fin, está visto que mi amiga es un portuario container de sorpresas. Lo primero que hace es darme la botella a mí para que no le pidan, y acercarse a ellos con el gesto más agrio que le permite su gloss labial rosa bebé. Ni bien pueden oírla a través del reggaeton les grita que son unos pelotudos y que nos matamos buscándolos por todo el boliche, que dónde estaban, que a quién se fueron a ver, que no da, porque “encima que la traigo a Pili que es una divina nos dejan solas, son unos colgados, váyanse a la mierda o a hacer buena letra para que los perdonemos…” -aquí pucherito de Belén, que se puso los lentes de vincha y está hecha una diosa- “tráiganse unos margaritas bien fríos, pero de la barra del primer piso porque acá en ésta ya no hay tequila” Sonríe y listo; yo no lo podía creer. Belén es una iluminada. ¡Cuánto dominio de la situación! ¡Qué seguridad en sí misma! ¡Qué manejo de los argumentos! ¡Debería estudiar abogacía en Harvard! No, momento… eso es de una película.

Caso 4: Veo que un tipo semiabrazado a la barra lleva -escondida bajo la chomba blanca- la camiseta de Racing, pienso que está loco porque no es prudente ir a bailar con la camiseta de ningún equipo, hasta la de la selección de Camerún te puede traer problemas. Pero bueno, ya que está ahí y Belén se está chamuyando al barman, le pregunto cómo salió el partido. Para no variar, habíamos perdido. Tomaba para olvidar; siendo hincha de Racing uno bebe bastante seguido con objetivos amnésicos. Belén se percata, logra que nos invite un destornillador y le sonsaca un cigarrillo. Con algunas variantes repetimos lo que habíamos hecho en el caso 2 y nos escabullimos al primer piso. El cándido trío de Juanma, Diego y Roberto nos viene con margaritas, el vaso escarchado ¡y azúcar en el borde!; a mí ya me daba cosa seguir timándolos… pero bueno, el ser humano se acostumbra a todo. A fin de cuentas después volvimos a perderlos y nunca más los vi.

En la salida Belén logró compartir remisse con un chico muy amable -y ebrio- que no quiso aceptar nuestros 7,50$ correspondientes al pago parcial del viaje cuando nos dejó en mi casa. Como a ella le tengo mucho afecto, le hice el café de verdad que le hago a las amistades y nos pusimos a charlar.
Le pregunté a mi amiga si siempre que salía hacía todo así sin gastar nada y me dijo que sí, que “todos los viernes y sábados lo hago con un montón de hombres”. Le advertí que esa frase fuera de contexto se prestaba a la broma, pero se rió y no le importó; a Belén nunca le importa mucho nada. Debe ser por eso que todos la quieren tanto. Es tan descomplicada…y ¡tan rubia!

(*) Nico es mi amigo dueño del ciber, no pongo su nombre porque sino todos le garronean horas gratis de counter strike yendo de mi parte. Ser popular es así de difícil.
(*) Belén es muy atractiva aunque no se llame así, pero no te la puedo presentar porque se daría cuenta de que la estoy tratando de gato.

2 comentarios:

cacta dijo...

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Creo que todas las mujeres deberían, en algún momento de su vida, platinarse.
Desde que soy rubia verdaderamente me he divertido más, he salido más y he conocido gente más interesante.
Me pongo como meta este año, usar más stiletto y menos ropa, así, algún día, puedo ser como Belén!

Un helecho que dice la verdad dijo...

Belén es un ídolo de masas.
Mi bisabuela quería que me tiñera de rubio como cuando se tiñó ella, para parecerse a la Rubia Mireya del tango.
Yo nunca le hice caso y ahora me arrepiento.