HOY: El ladrón de escarapelas

(INTERIOR, CASA DE NACHO, VÍSPERA DE FECHA PATRIA)

MANU*: -¡No sabés! Vengo del locutorio, lo asaltaron unos pibes y yo estaba en la cabina, viendo todo, y no podía salir, y entonces llamé acá para hacer tiempo y no me atendiste…
YO: -Uy, es que pensé que eras un salame que está por llamar, le dije a Nacho que te colgara
(se sonroja)
NACHO: -¿Estás bien, te hicieron algo?
M.: -No, a mí no y al dueño tampoco porque tiene rejas, pero estaban re puestos, imaginate que se querían llevar las escarapelas.
N. y Y.: -¿¡QUÉ!?
M.: -Les juro,
(gesticula) decían así: “eiii pesito no tenés, eiii cómo no tenés, bue, largá, largá una ´scarapeeeela ¡gato! ´carapela por la paaatria” y el dueño ni bola, total atrás de la reja, ¿no? y ahí agarran y salen corriendo con
el coso de las escarapelas y unos colgantes de Boca…
Y.: -
(Piensa en su blog) Emm…guau…
M.: -Y cuando pagué y ya salía, ¡volvieron los pibes!
N.: -
(Risueño) ¿A por más escarapelas?
M.: -¡NO!
(Abre los ojos aún no repuesto de la sorpresa) ¡Volvieron a devolverlas! (Bebe soda) Porque para qué las querían, decíme.


En realidad yo había empezado un post acerca de las postergaciones. Y lo postergué. Y así, al posponer el escrito sobre las postergaciones, la coyuntura de fechas –y la llamativa anécdota del principio- se me vinieron encima. No me queda otra, me siento interpelada a hablar sobre el 25 de Mayo.
Estamos en el período de entrefiestas (patrias, se entiende) y como en todos esos lapsos, la gente se pone sensible y el tiempo se esfuma en trises inefables. Entre Navidad y Año Nuevo, por ejemplo, nadie se acuerda de qué hizo, a quién fastidió por el Día de los Inocentes, cuánto tomó el veinticuatro a la noche, cuál era la patente del que lo chocó en la madrugada del veinticinco, o dónde prometió pasar el treinta y uno. La cosa se pone conmovedoramente irracional; parece que hay varias similitudes con la triple seguidilla 25 de Mayo – 20 de Junio – 9 de Julio. (Por caso tenemos a la comida especial que podríamos comer en cualquier otro momento del año pero que no comemos porque dicha comida especial es especial porque no se come en ningún otro momento, llámese locro, pan dulce o mazamorra.) Cuando se viene este trío patrio, la nación se pone nacionalista. Para muestra basta una farmacia. O las señoras decentes que pasean por Recoleta con sombrero de gaucho y alpargatas de carpincho, sin darse por enteradas de la jocosidad que despiertan con semejante pseudodisfraz chauvinista.
Un empleado de subte amigo mío dice que en esta época Metrovías los obliga a regalar escarapelas con cada viaje que compran los usuarios. (Ahora sí, ya podemos considerar a Metrovías como una verdadera empresa nacional). Dice que en fechas patrias aprende un montón de insultos nuevos, provenientes del ganado humano que empieza un confortable viaje en la B durante la hora pico pinchándose los dedos con el alfiler patriótico. Una vez, harto de secuencias dignas de la Bella Durmiente con su rueca, decidió ponerse a repartirlas en la escalera, cual síntesis moderna de French y Berutti. Si bien ya nadie se pinchaba, a mi amigo se le pinchó el patriotismo cuando un joven que calzaba zapatillas de resortes se prendió los colores blanquicelestes y le comentó “eh, papi, esto es por Tévez, ¿no? porque ayer lo vendieron regroso afuera, qué grande, ¡aguante Tévez!” y partió resorteando hacia el vagón más cercano.
Un ciudadano que se precie de serlo, se agarraría la cabeza decentemente. Otro que intente actuar como tal, la usaría para pensar y preguntarse, después de todo, qué concepto de patria puede tener alguien que a los dieciséis años anda por La Paternal asaltando locutorios en vez de ir a la escuela y comer todos los días.
Yo diría que mientras la patria sea patrimonio exclusivo de la gente decente será, cuanto más exclusiva, más excluyente ¡ahijuna! ¡Por más gaucho, carpincho y locro que le pongan, patriotas sotretas!


(*) Nacho es el nombre falso que uso siempre para nombrar al mismo de siempre.
(*) Manu es del campo pero no sé si está con el campo, así que le mantengo la identidad hasta que se solucione el conflicto y veamos cómo se pone enseguida del lado del que gana.

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