HOY: Las cosas odiosas de la vida -Parte II-

(INTERIOR DE UN MICRO EN MOVIMIENTO, NOCHE DE TORMENTA, UN PARAJE EN LA RUTA A CÓRDOBA)

MAESTRA 1: (Chillona cual grajo de las pampas) –Noelia, oíme, qué hora tenés.
MAESTRA 2: (Zalamera) –Ay Guille, cebame un mate, dale, Guille. Guille. Guille, ¿me cebás un mate?
M.1: (Incansable) –Noelia, ya son las dos y media de la mañana, ¿no? Noelia.
M.2: -Sí, sí. (Levantando más aún la voz, si cabe) ¿Se lavó la yerba, Guille?
YO: (Cuatro asientos más adelante) -Mñgrunff…
M.2: -Cómo llueve Guille, ¿a vos te gustan las tormentas?

(Transcurre un lapso de hora y media, todo él lleno de sinsentido docente, dos concurrencias del chofer con mala cara intentando descomprimir la situación y varios bufidos de pasajeros ante su fracaso.)

M.1: (Haciéndose notar, por el volumen y entonación) -¡¡Y viste Guille que en un departamento hace más calor arriba que abajo!!
Y.: (Se tapa con la campera; voz en off) ¡AY, SÍ! ¡EUREKA, SEÑORA!




Con la mano en el corazón os saludo, queridos amigos. Nuestra lista de cosas odiosas se acrecentará una vez más. Hoy sumaremos a la gente que grazna de noche en los colectivos de larga distancia, como así también a las picaduras de mosquito, las remeras de batik con duendes mal hechos y los relojes que usa González Oro.
Tuve la mala puntería de embocarle con mi pasaje al colectivo que transportaba cierta manada de gente que resultó ser (lo deduje gracias a la nitidez de sus conversaciones personales) un contingente de maestras entre los veinticinco y los treinta años de edad, oriundo de Villa María, en el que el único Maestro era un tal Guille. Guille quería mate, le daban, Guille quería galletitas, le daban, Guille quería charla, le daban; en fin, a Guille le daban todas, parece.
Algo bueno del viaje fue que el colombiano que viajaba a mi lado creía en la hermandad latinoamericana y me convidó frazada de dormir, se ve que las maestras estaban acaloradas porque bajaron a pedirle al chofer que por favor subiera más el aire.
Ahora bien, para los que no están al tanto: cualquier pasajero que haya viajado en un semicama de dos pisos sabe lo POTENTE y MALIGNO que puede llegar a ser un aire acondicionado de micro. Yo no exagero, hay gente que en su equipaje pone abrigos expresamente para defenderse de él. Aún puesto en mínimo, resfría pingüinos. Como prueba hay un testimonio de María Natalia* sobre las vacaciones de 2006; la madrugada la sorprendió en posición fetal balanceándose abrazada a sus pantorrillas repitiendo “no voy a morir así, no esta noche, no de esta manera”.
Bueno, para concluir, no vamos a concluir con algo odioso, sino con algo bueno. En este viaje lo mejor fue la película con explosiones y tiros, como las de los Sábados de Súper Acción que tanto me gustan. Lo malo fue tener que escuchar cómo Guille les explicaba todos los chistes a sus compañeras, aún los que sólo se componían de caídas y resbalones.


(*) María Natalia es el nombre falso de una amiga mía que existe y que encima escribió sobre los micros algo mucho más divertido que yo, fijate acá en el día 13.03.06.

6 comentarios:

cacta dijo...

.

ME ENCANTA el color mostacezco del agua...

Se ve taaaan..... INHABITABLE!

Fran Galea dijo...

Buen día, quiero decir unas cuantas cosas con tonito italo amenazante:
1-Yo formé parte del duo morisqueta con un amigo, cuando ibamos al secundario, la gente nos golpeaba.
2- yo soy muy medio puta, y me enfermo cada vez que viajo en coletivoc, por ende me llevo dos buzos, sino siempre liego a destino con gripa.
3- No se si te ha tocao en el micrus, algún contingente de jubilados. A mi si y no fue agradable sobre todo cuando uno de la troupe de ancianos se las daba de gracioso (hacía chistes de los años 40s a viva voz, mientras yo intentaba dormir).
4- Hay un tipo de docente de escuela primaria que es generalmente chota, la mayoría generalmente, menos mi madre.

Un helecho que dice la verdad dijo...

Enano, todas y cada una de sus cosas amenazantes quedan inmediatamente aceptadas, corroboradas y archivadas por nuestra casa matriz. Comentarios al respecto:
Punto 1: bien, no hay objeciones
Punto 2: eso te pasa por usar falditas, son poco abrigadas.
Punto 3: desconozco, para mí la tercera edad tiende más a la charla con extraños, pero igual con las maestras fue suficiente.
Punto 4: y la mamá de cacta tampoco.

Cacta, debo desilusionarte, pero se trata de un truco óptico, el agua estaba clara, ese tono de miasma pantanesca es porque el lecho del río contenía polvo de mica en grandes cantidades, igual no caí en el papelón de gritar "oro, oro, soy rica" y zambullirme a levantar pedacitos inservibles. Parece que no, pero mi dignidad crece día a día.

Fran Galea dijo...

anotemosnon en alguna materia como economía, para la que no es necesario estudiar. Muchos saludos desde darcena norte.
PD: me gustaría hacer un listado de donaciones obsoletas. Lease: Donar 238 chinelas de pie derecho para una asociación de lucha ocntra el SIDA. Donar 4.300 maracas de plástico de cotillón (de colores fluorecentes varios) a centro para jubilados. Y así se pueden conseguir miles, yo planeo para cuando amase una fortuna hacer este tipo de donativos, uno queda como un duque =mente.

Fran Galea dijo...

confió en el crecimiento de tu dignidad, y quiero remarcar que no uso falditas para andar en larga distancia, tienden a dormirseme las piernitas por la fresca.

Un helecho que dice la verdad dijo...

Uy, qué macana, economía ya la hice, pero por la idea de las maracas es brillante, estoy ansiosa por colaborar; le admiro profundamente como guía espiritual y ya he efectuado un donativo premiando su labor humanitaria en holaholahelecho.blogspot.com.